Si querés saber más acerca del budismo, no te pierdas «Budismo, lo mínimo que deberías saber».
Una tarde cualquiera, caminando por el famoso puente U-Bein de Mandalay, escuchamos una tímida voz que nos llama. “Hello, excuse me…”. Claramente se dirigía a nosotros porque eramos los únicos extranjeros cerca. Nos damos vuelta y vemos a dos monjes. Uno muy chiquito, tanto que mi 1,73 alcanzaron para sacarle una cabeza y hacerme sentir alto por primera vez. Se presenta como Maung. Su voz y su caminar defectuoso lo hacen parecer un anciano, a pesar de que tiene 32 años. Lo cómico es que él también me agrega varios años. “¿Y cuántos años pensás que tengo yo…?”, le pregunto. Piensa un rato y suelta seguro, “treinta y cinco”. Intenté convencerlo de que había errado por nueve años, pero ni siquiera lo sonrojé. Como no tenía mi pasaporte para comprobarlo, siguió firme con su idea, como un nene que al ver a otro más alto se tranquiliza pensando en que en unos años lo va a alcanzar.
El otro monje está para hacer apoyo moral, algo así como en los bailes de la escuela cuando no te animabas a hablarle a la chica que te gustaba y le pedías a algún amigo que te acompañara, para al final llegar a ella y decirle “hola, jeje” e irte muerto de vergüenza. Pero Maung aguantó el temor inicial y siguió con nosotros.
“¿Qué hacen por acá? Porque vemos muchos monjes… ¿hay un monasterio cerca?” En realidad el que nos tendría que preguntar qué hacemos por acá es él, pero tantos monjes por la zona nos llamó la atención.
“No… venimos a practicar inglés… muchos turistas acá… podemos practicar». La situación no podía cerrar mejor. Él practicaba y nosotros nos seguíamos empapando de budismo con información de primera mano.
“Entonces están en tiempo libre ahora…”
“Si… después volvemos al monasterio… entre las 8 y las 10 vamos a dormir.”
“¿Entre las 8 y las 10 se van a dormir? Pero siempre vemos muchos monjes en las casas de té hasta tarde…”
Esta parte no la entendió, o prefirió cambiar de tema. Nos sacamos algunas fotos con su celular, con nuestra cámara y cuando se puso el sol nos dijo que se tenían que ir.
“Tenemos que irnos… ¿quieren venir mañana a pasar el día en el monasterio?”
La idea sonaba mucho más tentadora que el plan que teníamos de subir a la Mandalay Hill o tratar de encontrar una puerta donde no cobraran los 10 dólares de entrada al Palacio.
Al día siguiente seguimos las instrucciones que nos había escrito en su tarjeta personal (en Asia a todos les encanta dar tarjetas personales) hasta llegar a New Ma Soe Yein, el monasterio donde vive él, su amigo y 2498 monjes más. Estamos hablando de una especie de universidad budista, un lugar muy grande hasta para Myanmar. Encontrarlo acá, vestido exactamente igual que todos los demás. era más difícil que completar un libro de Dónde está Wally. Encontramos la ropa secándose al sol, el no monje entre los monjes, un perro negro con patas blancas como si fueran botas, al bibliotecario, pero… ¿dónde está Maung?
Un monje (¿quién si no?) nos invita a sentarnos y nos trae un plato con sandía. “Maung ya está por venir, no va a tardar mucho.” Parece que alguien más estaba enterado de nuestra visita.
Al rato aparece. Está más nervioso que ayer, seguramente porque le falta su amigo. Las palabras no le salen. Camina de un lado para el otro y hace llamadas por teléfono. Cuando llega su amigo, no el mismo de ayer sino otro que habla inglés fluido, empieza a relajarse.
“¿Cómo estuvo tu mañana, qué hiciste?”, le preguntamos a Maung, pero es el amigo el que responde.
“Lo mismo de todos los días…” Los dos nos quedamos esperando, como diciendo hola, no sabemos lo que hacen los monjes todos los días. Al ver nuestras caras se dio cuenta que tenía que extenderse un poco más. “De las 5 a las 6 de la mañana tenemos meditación, una sola vez por día, pero no es obligatorio, cada uno la hace si quiere. Hay una sala de meditación o podés hacerlo por tu cuenta donde quieras. De 6 a 7 salimos a la calle a buscar las ofrendas…”
“¿Hay alguna formación especial para esto? Porque a veces vemos que van en fila, otras de a uno…”
“Cada uno lo hace como quiere. Yo prefiero ir solo porque siempre voy por las mismas cuadras, donde la gente ya me conoce…” algo así como un cliente regular, pensamos “…si vamos en fila los monjes van atrás y los novicios adelante.” Monje se puede ser recién cuando cumpliste 20 años, antes sos novicio. Además hay que cumplir con una serie de condiciones, como tener la aprobación de tus padres, no tener ninguna enfermedad contagiosa, ser heterosexual (qué importa si total todos se tienen que abstener de la vida sexual) y no tener ninguna deuda. Cuando llega el momento crucial, se hace una ceremonia delante de tres maestros quienes tienen la última palabra. Si alguno encuentra algo raro, tienen que rever la situación.
“A las 7 volvemos al monasterio con las ofrendas y desayunamos por media hora. Tenemos una hora de estudio…” Tienen profesores que dan clases de historia del budismo, idioma pali (el idioma en el que fueron escritos la mayoría de los textos originales del budismo), enseñanzas de Buda y todo lo que tenga que ver exclusivamente con el budismo “…descansamos, almorzamos a las 11 y después tenemos una hora más de estudio.” Con descansamos significa que cuando suenan los campanazos de la torre del reloj es la hora de la siesta. Los que quieren se vuelven a su “hostel” (es exactamente como el dormi de un hostel, con varias camas en un lugar común) y los que no, tienen que respetar el silencio. Después del almuerzo no pueden comer nada más, sólo líquidos o tomar un jugo si les agarra hambre. Claro que todo esto es en teoría.
“¿Y el resto del día?”
“Algunos días tenemos alguna clase especial a la tarde. Por ejemplo yo estudio inglés. Otros días hay charlas de los maestros, o hay cosas que hacer en el monasterio como limpiar o arreglar algo.”
Con 2500 monjes en el monasterio lo que sobra es mano de obra, así que la mayor parte del día lo tienen libre.
“¿Y qué es lo que les da la gente generalmente a la mañana?”
“Mucho arroz, vegetales, jugos, café instantáneo…”
“¿Carne? Teníamos entendido que eran vegetarianos, pero vemos que todos comen carne.”
Según nos contaba Gambira, ellos no pueden comprar carne ni matar ningún animal, pero si alguien se las dona no pueden rechazarla. El consumo tiene que ser lo menor posible y nunca animales salvajes. Como en todas las religiones pasa, cada uno interpreta los textos de una manera diferente. La de Maung y su amigo se adapta más a la realidad que vimos en Myanmar: “sí podemos comer carne, pero no todas. Buda nombró diez animales que no podemos comer: humanos, león, tigre, elefante… ehhh… mono… león… no, león ya lo había nombrado…” Después de un rato tratando de acordarse de lo que Buda dijo, quedaron en que nunca iban a comer humanos, león, tigre, elefante, víbora, caballo, perro, oso, mono y uno más que no sabían cómo decir en inglés y nosotros no entendimos los gestos. Con estas restricciones no parece muy complicado seguir la dieta.
Mientras caminamos viendo las instalaciones del monasterio, nos cuentan que en New Ma Soe Yein recién se puede ingresar a partir de los 11 años, después de haber tenido una formación básica en otro monasterio. Esto explica por que en los pueblos siempre vemos que los monjes son nenes, o novicios para usar los términos que aprendimos. Primero aprenden lo básico en monasterios más chicos, y si quieren seguir para ser monjes tienen que pasar a uno más grande.
“Yo vine del Estado de Shan cuando tenía catorce años…”, dice Maung. Cuando me acuerdo que sigue convencido de que yo tengo 35 me dan ganas de decirle que eso fue hace muchísimo, pero me contengo y le pregunto por su familia. “Cada tanto vienen a visitarme. Se quedan a dormir en el hostel del monasterio conmigo.”
“¿Y no extrañás la vida en tu pueblo, a tus hermanos…?” Al final terminamos haciendo las mismas preguntas que ya estamos cansados que nos hagan a nosotros.
“Si, no me gusta la ciudad, pero quiero terminar de estudiar para volver y dar clases allá.”
Los pies descalzos de Maung se mueven como los de un pato, pisando escupidas rojas de betel camino al restaurante al que nos invitaron a almorzar. Todos lo miran porque va varios metros más adelante hablando con Dani. Este monje picarón, mirá como ganó con la turista…parecen decir todos. Pedimos dos platos de arroz con vegetales. Ellos nos miran sorprendidos y piden curry de pollo. Mientras no sea curry de humano…
De vuelta con Gambira, volvemos al monasterio porque nos quiere mostrar cómo es por dentro. Mientras caminamos nos cuenta de la entrevista que le hicieron para BBC y cómo el periodista lo engañó diciéndole que sólo le preguntaría acerca del budismo en Myanmar, pero terminó presionándolo para que hablara de la polémica tapa de la revista Time donde se muestra a un monje y el título “The face of buddhist terror”. «Wirathu, el monje de la tapa, no quiere a los musulmanes en Birmania y fue el que lideró varias protestas violentas. Pero la revista dejó muy mal parados a todos los monjes del país. Le dije que no lo conocía y que no quería hablar más del tema, pero eso era lo único que le interesaba.» Por las dudas no seguí indagando acerca del monje xenofóbico, me anoté el nombre en la libreta para buscarlo después y lo dejé que siguiera con el tour por el monasterio.
Entramos a la biblioteca, agarra un libro de una de las estanterías que dice «English» y lo abre en una página cualquiera. La manera de aprender inglés no parece muy entretenida, con libros como éste entendemos por qué la biblioteca está vacía. La hoja está dividida en tres columnas: la primera con un símbolo en birmano que representa un sonido; la segunda con el sonido escrito en pali; y la tercera en inglés.
“Ése es uno de los maestros”, susurra cuando entra a la biblioteca un monje de unos sesenta años. “Todos tenemos un maestro asignado que nos guía con su experiencia.”
“¿Y hay que estar iluminado para poder ser maestro?” Gambira no aguanta la risa, mi pregunta es ingenua, pero le gusta porque dice que nunca se había imaginado las cosas que pensaban los no budistas acerca del budismo.
“No… maestros son los que tienen más experiencia y sabiduría que otros, y que están dispuestos a transmitirla, pero la iluminación es algo que pocos alcanzan.”
“¿Y cómo te das cuenta que alguien está iluminado? Se despierta un día y dice ‘¡estoy iluminado!’, o lo vé otro monje y le dice ‘me parece que ya estás iluminado’?” Siempre quise una respuesta a esto, porque quizás ya pasé por al lado de algún monje iluminado y nunca lo supe. Aunque sea la próxima vez quisiera hacerle una miradita cómplice de “si, ya me dí cuenta”, como cuando te cruzás con un famoso y le sonreís, no le decís nada, pero ya sabés que él sabe que lo reconociste.
“Jajaja no, nadie va por la calle diciendo que está iluminado, sino seguro que estaría mintiendo. La paz y felicidad con uno mismo es algo que se siente y se expresa en todas las acciones. Alguien que logró la iluminación vive con tranquilidad, no reacciona a agresiones, no hace el mal a nadie por más que se lo hagan a él…”
“¿Conociste a algún monje que se haya iluminado?”
“Sí, me dí cuenta porque lo transmitía. No es algo que se pueda probar, nadie te da un título de ‘iluminado’, pero lo podés sentir cuando lo tenés cerca.”
“¿Y las monjas también pueden iluminarse?”
“Si, claro”
“¿Y nosotros?” No es que me iba a poner en campaña, pero al menos quería tenerlo entre las posibilidades.
“Cualquier persona puede iluminarse, pero no con la vida que ustedes llevan. Necesitarían bastante trabajo, pero el potencial lo tienen…”
La ley kármica tiene sus zonas grises para mí. Supongamos que yo soy una mala persona en esta vida. Lo que me espera para la próxima es reencarnar en perro callejero, o rata, o con suerte en alguien muy pobre. De acuerdo con esta ley, las personas que ocupan altos cargos es porque algo bueno hicieron en sus vidas pasadas para merecer su estado actual.
“¿Entonces, creés que los militares que gobiernan al país tienen buen karma y por eso ocupan altos cargos?”
“Eso dice la ley del karma, pero en realidad el karma es lo que menos influye… por más que quieras ser médico, no te alcanza con el karma, por ejemplo. Necesitás estudiar y esforzarte. Lo que más importa es el esfuerzo e inteligencia, por último tu karma.”
“Ajá… o algo más que esfuerzo e inteligencia en el caso de esta dictadura…”
Hablar de estos temas no hubiese sido una muy buena idea hasta hace poco tiempo, cuando el miedo a la presencia invisible de los oyentes del gobierno estaba instalado entre la gente. Fue en Septiembre del 2007 cuando la gente estalló. El vaso rebalsó cuando la junta militar sacó los subsidios al combustible y estos subieron un 66%. Después le siguieron productos básicos como el arroz, aceite y huevos. Se supone que los monjes no deberían involucrarse en temas políticos, pero fueron ellos los que lideraron las protestas no violentas. La paciencia a los militares les duró poco, y un par de días más tarde ya había cientos de arrestados, muertos y heridos. La represión también le llego a los monjes, que perdieron su estatus de “intocables” por primera vez. Aung San Suu Kyi violó su arresto domiciliario y salió a la puerta de su casa a recibir a los monjes que se estaban manifestando, las sanciones por violación de los derechos humanos se multiplicaron y la presión internacional puso a Myanmar en las noticias del mundo.
Caminando por el patio del monasterio vemos unas imágenes que suponemos deben ser de las protestas. Le preguntamos a Gambira sobre el tema, y el se acuerda de esos días, “Yo no fui a las protestas porque tenía 18 años y mi maestro no me dejaba, pero igualmente sentí mucho miedo. En la entrada al monasterio hubo militares armados durante un mes, controlando todo lo que hacíamos. Cuando salíamos a la mañana a buscar las ofrendas ellos nos escoltaban. Se corrían muchos rumores de lo que estaba pasando afuera, pero nada seguro. Algunos hablaban de que estaban atacando a los monjes en Yangón, otros decían que eso era imposible… nadie podía dormir a la noche, estábamos seguros que en algún momento iban a entrar a buscarnos.”
A Gambira lo contactamos por Couchsurfing, lo que quiere decir que usa internet. También tiene un smartphone como casi todos los monjes que vimos y está bastante actualizado con el fútbol. Según el budismo, todos estos entretenimientos generan infelicidad y te alejan de la iluminación.
“Las enseñanzas originales dicen que los monjes deben abstenerse del ‘teatro’. Eso hoy se entendería como la televisión o internet, pero si lo utilizás con un buen fin está aceptado. Internet como medio de educación sí, pero para pornografía no jajaja.” Si utiliza la tele para ver partidos, nos genera dudas de qué uso le dará a internet, pero nos queda clara la idea. “Yo no uso facebook porque me parece muy invasivo, pero Couchsurfing me permite conocer qué pasa allá afuera y practicar inglés. Me permitió conocerlos a ustedes, por ejemplo, y a otros extranjeros más.”
De no haber sido extranjeros, seguramente Gambira no hubiera respondido a nuestro mensaje. Tampoco Maung y su amigo nos hubieran frenado para hablar en el puente U-Bein. De no haber sido monjes, seguramente nosotros no nos hubiéramos interesado tanto en ellos. Ellos no se habrían sacado tantas fotos con nosotros, como nosotros tampoco con ellos. Es el interés por lo desconocido, por lo que vemos distante lo que nos intriga y nos lleva por un camino que no pensábamos tomar. Ser ajenos a los detalles es lo que nos lleva a sacar conclusiones erradas. Maung aprendió que no todos los extranjeros vivimos a base de pizza y hamburguesas. Gambira aprendió que en el país del Papa, el catolicismo es una religión que pierde adeptos. Nosotros pudimos humanizar a los monjes y dejar de verlos como esos personajes tan fotogénicos como enigmáticos. Un día, que por sentarnos a hablar pudimos aprender todo esto. Si todos lo practicáramos más seguido, no habría tantas fronteras que eliminar…
Burma VJ es un documental imprescindible para entender lo que pasó en las protestas de Septiembre del 2007. Fue grabado por periodistas birmanos exiliados que trabajaron encubiertos para mostrarle al mundo lo que estaba pasando en su país.
Con 19 y 21 años emprendimos un viaje que creímos sería de tres meses, pero se convirtió en nuestro estilo de vida. Diez años más tarde, seguimos descubriendo los rincones más remotos del mundo para eliminar la frontera más peligrosa: la que nosotros mismos creamos.
Más sobre nosotrosUn viaje a dedo de 47.000 kilómetros uniendo Asia de punta a punta durante tres años, desde Filipinas hasta Turquía, para descubrir lo que los medios eligen no mostrar.
Inspirados en los mensajes que nos llegan pidiéndonos un empujón para salir de viaje largo, creamos este libro para que pases de la motivación a la acción.
Hola ,felicitaciones por hacerlo !!!!
Jose .B.Ceballos Argentina
Voy a viajar a Myanmar y haber entendido el pasado reciente a través del documental que subiste me hacen comprender y respetar a esta gente, gracias por acercarmelo.
Si un monje fuma o come carne, no me influye demasiado, pero saber que comprenden a su pueblo, que lo apoyan hasta las últimas consecuencias desde la paz y la unión, los hace enormes.
Somos dos enfermeras que querríamos ir en Noviembre
Durante dos semanas.
Hacemos lo que venimos a llamar vacaciones solidarias (san julian- pueblas.blogspot.com) nanoto la dirección del blog por si lo queréis mirar.
Bueno, el tema es que llevamos ayuda en dinero para emplearlo en lo que mejor les venga al contacto q hacemos.Tb las maletas con lo q nos digan q mejor les viene..
Queremos llevar la ayuda a un monasterio de monjas budista y como condición permanecer con ellas unos días sin pago por nuestra cuenta puesto q ya llevamos la ayuda.
Podrías decirnos si eso es factible y proporcionarnos algún contacto?.
Nos podrías decir tb si es muy cimplicado y arriesgado el viajar por el país dos mujeres solas.
Podrías darnos alguna recomendación
Hola chicas! Qué bueno que están planeando ir para Myanmar!
La última vez que tratamos de buscar el perfil del monje con el que nos encontramos nosotros no estaba más. O se cambió de ciudad o cerró su perfil, por lo que no tenemos más el contacto, quizás en el grupo de facebook «Sudesde asiático: para los que fueron o van a ir» alguien las puede orientar en este tema y pasar algún contacto.
Myanmar no es peligroso para mujeres solas, ahí mismo se van a encontrar con muchas otras viajeras en su misma situación.
Hace un tiempito escribí un posteo sobre viajar siendo mujer, acá les paso el link https://marcandoelpolo.com/consejos-para-viajar-siendo-mujer/
Abrazo grande y muchos éxitos!
fuerte el documental, una pregunta, se puede ingresar como alumno a esos monasterios?
Hola Nicolás… los monasterios donde nosotros estuvimos funcionan como universidades budistas, por lo que no cualquiera puede entrar. Aceptan extranjeros, pero si son budistas, no a principiantes.
Lo que sí se puede hacer en Myanmar y otros países, son los retiros Vipassana, que son a donación. Esta es la página para que veas todas las opciones y cómo funciona https://www.dhamma.org/ De hecho en Myanmar hay una visa que se llama «meditation visa», que te permite quedarte por más tiempo que la visa de turista en caso de que te anotes para hacer una experiencia de este tipo.
Saludos.
INCREIBLE!!!!!!!! te felicito!!!! GRACIAS
Muy enriquecedora esta historia. Las dos parte me engancharon muchísimo, podría seguir leyendo del budismo por horas, en especial por cómo lo cuentan uds, muy ameno, serio por partes y divertido en otras.
Gracias.
Exelente, muchas gracias, lo transmiten muy bien podemos ir imaginandonos cada situacion, saludos y buenos caminos
Este informe que se mandaron fue como leer un libro,ver fotografias,e ir al cine todo en un par de horas,fue un viajeee!,gracias por hacernos pensar que la vida tiene otras miradas y no todo es material.GRACIAS
¡Una entrada genial! He recordado algunas de mis charlas con los monjes de Myanmar. Felicitaciones 🙂