Veo veo… ¿qué ves? Este posteo fue parte de un serie entre bloggers que consistió en dar a conocer lugares, sensaciones y experiencias sobre distintos lugares del mundo. Podés ver toda la info en el grupo de Facebook.
Pisamos Bali, estamos de vuelta en el Sudeste asiático después de cuatro años y eso se siente. Venimos de Filipinas, y hace un tiempo estuvimos en Borneo, pero diríamos que ése es otro Sudeste asiático. Sí, es que está el Sudeste asiático de los que quieren recorrer estos países pero por colectora, cruzándose lo menos posible con los que llevan remeras de «in the tubing», y el Sudeste asiático de los que van por autopista, esa autopista que alguien llamó «banana pancake trail» y con el tiempo terminamos creyendo que no podíamos jactarnos de mochileros si no la habíamos hecho. Hay grandes diferencias entre colectora y autopista. Uno es el camino más rápido y seguro, el de la primera vez, el penal pateado fuerte y al medio para no errar. El otro es un camino pedregoso, lento, lleno de complicaciones, pero el que trae otro tipo de satisfacciones… tomar una Bintang en un bar de Kuta, por un lado; ser invitados a tomar kawa en Bukittinggi, por el otro. Pero hay algo que en Indonesia ambos caminos comparten, y ya sea por autopista o colectora, se nos pegará en la piel y en la mucosa olfativa por el tiempo que dure nuestro viaje. Esa información quedará guardada en nuestro subconsciente para reactivarse cuando sea necesario.
Y volvemos a lo que te contábamos al principio… cuando pisamos Bali el déja vu de volver al Sudeste asiático no vino por los rostros conocidos, ni por la insistencia de los taxistas para llevarnos, ni por las palabras que todavía recordábamos. Fue la mucosa olfativa, por poco elegante que suene, la que nos dijo «ey, esto yo ya lo conozco». «Qué olor a Sudeste asiático”, fue lo primero que nos comentamos cuando nuestros cerebros recibieron la información. Fue como cuando se acercaba la hora de comer en nuestras casas y empezábamos a sentir el inconfundible aroma de las milanesas saliendo del horno, a las que le seguía el suave y cremoso puré indicando que era hora de ir a la mesa. Pero este aroma es muy diferente, no es de milanesas, ni de cremoso puré. Es uno que no podemos describirlo como un todo, sólo se siente. Tampoco podemos compararlo, ya que es tan único como Khao San Road o la procesión de monjes todas las mañanas en Luang Prabang.
Cuando viajamos, ponemos a trabajar todos nuestros sentidos. Hay lugares que parecen pintados o sacados de algún cuento de hadas, y hacen que la vista sea el sentido que más ocupado esté. Otros, nos deleitan con un sinfín de platos únicos y hacen que conozcamos el destino a través de su comida (¡son nuestros favoritos!) y otros que son tan caóticos que nos dan ganas de poner en estado latente los oídos (ay, esos bocinazos de Hanoi…). Pero al viajar a Indonesia, el sentido que no pudo descansar ni un minuto fue el olfato. ¿Será que tendremos que clasificar los países según los sentidos? Algo así como “Países para oler; países para comer, países para escuchar, etcétera”…
Indonesia contribuye a ese «mezclún» de aromas del Sudeste asiático con una trilogía olorosa puede hacerte alucinar más que el estar encerrados en un cuarto de 2×2 envueltos en una nube de opio, y lo decimos por experiencia propia, porque esa situación tuvimos que vivirla en Irán. ¿Cuáles son? Acá va…
Sate que te quiero, Sate
Do you like Sate?, era una de las primeras preguntas que nos hacían nuestros conductores al levantarnos en la ruta mientras hacíamos autostop. Dentro de la gran diversidad cultural que tiene Indonesia, hay algo que une a estas más de 17 mil islas: la pasión por el sate. Podrán no compartir idioma, pasado, ni costumbres, pero todos responderán a las sate-señales de humo enviadas por una parrilla callejera.
Es lo que nosotros conocemos como brochette, nada más que de un solo tipo de carne. Los tailandeses pueden decir que es un invento suyo, también lo dicen en Singapur y Malasia, pero no señores, no nos dejemos engañar, que para disentimientos culinarios ya tenemos suficiente en Latinoamérica con el origen de la empanada (hasta los filipinos la reclaman). Estos palitos vieron una parrilla por primera vez en Java y se terminó. La clave para hacer un buen sate, es marinarlo bien. Kecap Manis (salsa de soja dulce) y salsa de maní son la base, y se le agregan otras salsas dependiendo de la región. No solamente se los deja por un día marinándose, sino que a las brasas con las cuales cocinan los tan preciados sate también les agregan una buena cantidad de esta espesa salsa, y ese preciso paso de la preparación es el que inunda las calles indonesias del tan clásico como intenso olor a sate (y a humo, y a salsa quemada).
Es el orgullo nacional, y ni se te ocurra decir que no te gusta…
Durian: la granada pestilente
“No durian”, dicen los carteles al subir al colectivo y al entrar en cada una de las guest houses. ¿Será porque parece una bomba? No, nada de eso. El durian es conocido como “el rey de las frutas” y, como tal, no quería pasar desapercibido ni dejar indistinto a nadie. Es tan poderoso que hasta puede emanar su aroma a través de su espesa y pinchuda corteza. Una vez que se impregnó su fragancia en el ambiente, cuesta horas (y hasta días) deshacerse de ella. Leyendo comentarios sobre otros viajeros, Richard Sterling, viajero y escritor francés, describe al olor a durian como “caca de chancho, aguarrás y cebolla, condimentados con una media después del gimnasio”. Creemos que a nuestro amigo Ricky se le fue la mano con eso de la cebolla, pero… ¿cómo íbamos a jugar al Veo-Veo Aromas sin nombrarlo?
Para nosotros el olor a durian es una mezcla de olor a pata y olor a chivo. Bueno, Ricky tenía algo de razón cuando nombraba a la media entonces. Sabemos que no suena tentador, y que después de leer esto cuando vean un durian van a decir… «ahhhhhhhh, el durian, el del olor a chivo». Es verdad que uno puede saber el sabor de una comida solamente usando el olfato, pero toda regla tiene una excepción, ¿no?
El durian es una fruta nativa de Indonesia, Malasia y Brunei, pero se encuentra en todo el sudeste asiático. Si viajás por la zona, tenés que darle una chance, es una orden. Si no te gusta de una, acordate cuando le diste de probar el mate a un extranjero por primera vez. Es un sabor adquirido, y estamos orgullosos de contarles que después de varios intentos, fue en Bali donde el durian consiguió un lugar en nuestros corazones. Si comer la fruta directamente les da escalofríos (?), pueden probar con galletitas de durian, panqueques de durian, helado de durian, torta de durian, y hasta durian frito. ¡No hay excusas! Eso sí, no comas durian antes, durante, o después de tomar café o bebidas alcohólicas porque según cuentas las creencias populares puede traer serias complicaciones en la salud, algo así como nuestro viejo mito de la sandía con vino. Otros, como este vendedor que ven en la foto, dicen que es afrodisíaca. ¿Qué esperas para probarlo?

La mejor forma de sacarse el «aroma» de las manos es lavándose con agua que pasó por la cáscara. Sí, funciona…
¡¡Indonesia se hace humo!!
Uffff, Indonesia. Hay dos cosas que nos molestaron MUCHO durante nuestro viaje por el archipiélago. Uno fueron los “timos gordos”, como dirían nuestros amigos españoles, de los que ya nos descargamos en el posteo “Dos terroristas sueltos en el Volcán Batur”. Pero de lo que nunca les hablamos todavía es del olor a cigarrillo que se adueña de las calles, autos, camiones, ferrys, restaurantes, oficinas, y hasta cocinas de Indonesia.
¿Se acuerdan del video que estaba por todos lados hace unos años, en el cual un nene de 2 años fumaba como un adulto? Bueno, ese nene es indonesio (¿de dónde, sino?). Este nene de padres sin cerebro enorgulleció a muchos en el país, y son varios los camiones que tienen un dibujo del bebé fumando en la parte trasera. Para lo que no lo vieron, acá se los compartimos.
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Las cifras alarman: dos de cada tres hombres indonesios fuman. Pero no podíamos creer lo que nos contaba Ardi, el chico que nos alojó por medio de Couchsurfing en Melang, Java. Él empezó a fumar a los 12 años. A esa edad, todos sus amigos ya fumaban. “Sí, es lo normal acá… todos los nenes fuman. Ven a los padres, hermanos mayores, primos, tíos fumando, y ellos quieren hacer lo mismo”, agrega.
Rizqi, un camionero de 52 años que nos levantó en una de las rutas de Sumatra, fumó en el rato que estuvimos nosotros (una hora) 20 cigarrillos. No pudimos evitar hacerle un comentario sobre los daños que le hacía a su salud, a lo que responde: “Noooo, el cigarrillo me hace bien, me acompaña en la ruta, me mantiene despierto y me hace sentir bien”. No sabemos cuántos años le quedarán a Rizqi, ya que en Indonesia mueren 200.000 personas al año por causas relacionadas con esta maldita adicción.
Pero lo peor llega a la hora de comer. Vas a tener que caminar bastante para encontrar un warung (restaurate barato) donde el cocinero no esté fumando. El humo está por todos lados… en la cocina , en la mesa de al lado, en la caja, y hasta el camarero te trae el plato con un cigarrillo en la otra mano.
El peor recuerdo que tenemos con este “aroma” fue en uno de los viajes en los barcos Pelni, cuando íbamos desde Balikpapan, en Borneo, hasta Makassar, en Sulawesi. El trayecto duró 26 horas, y no nos quedó otra que viajar en el subsuelo del barco. Los tickets estaban por demás sobrevendidos y la gente se acomodaba donde podía (incluyéndonos). No importó que hayamos estado en el subsuelo sin aire fresco, ni que estuviese lleno de bebés y nenes. Los hombres fumaban un cigarrillo tras otro, cubriendo todo el ambiente de humo y haciendo del viaje una pesadilla.
Escribir este posteo fue revivir el viaje a Indonesia estando en Malasia. Fue tan real que empezamos a sentir muuucho olor a durian en nuestra pieza (¿o sería nuestro olor a pata?). No lo podíamos creer, las palabras habían desbordado la pantalla y ahora estaban en nuestras narices. Abrimos la puerta, y vemos una cáscara de durian en el tacho de basura de la cocina. Definitivamente, el durian tiene olor a pata…
P.D: ya pasaron más de 24 horas desde que el durian dejó el hotel, pero nadie puede olvidarse de él, su aroma está con nosotros, jugando al veo-veo.
[su_note note_color=»#54c0d1″ text_color=»#ffffff» radius=»5″]¿Planeando un viaje al Sudeste asiático? No te pierdas todos los consejos mochileros haciendo click en Viajar al Sudeste asiático.[/su_note]
Ese video.. no puedo creerlo! Con lo que odio el cigarrillo, viajar por allá sintiendo todo el tiempo ese olor sí que me constaría! Lo del durián lo había escuchado antes, pero qué genial ver las diferentes combinaciones!
Hola Nati! Sí, uno aprende a estar en una nube de humo constante. Muy triste la verdad porque muchos no saben el daño que les hace…
Saludos y buenas rutas!!
Para mi el durian tiene un sabor que describo de la siguiente forma: Agarras una milanesa y la metes a la licuadora con helado de crema americana y voila! gusto a durian!
jajajaja qué mezcla!! Bueno, para los que nunca probaron el durian, pueden probar esta receta en casa!!
Muy bueno, había visto el video del nene antes y me preguntaba si era real, ahora veo que sí!!
Sí, lamentablemente es real. Saludos Alicia!
Con lo del durian me morí de la risa, pero con lo de los cigarrillos me alegré de vivir en España, ya no se puede fumar en ningún sitio y eso se agradece…
Por suerte en Argentina se restringió bastante ese tema. Hace unos años se podía fumar en espacios cerrados como restaurantes, cafés o boliches (discotecas). Siempre volvía con la ropa llena de humo! pero ni esas épocas se pueden comparar a las chimeneas indonesias!! Es MUY difícil encontrar un hombre que no fume.
Saludos 🙂
Claro, «nono, no tengo olor a pata, debe haber una cáscara de durian en el tacho de basura», la típica excusa, pobre durian. Estallé de risa en esa parte igual jaja Que increíble lo del cigarrillo. Había visto el video, por solo unos segundos porque me dio una impotencia increíble. Creo que si voy para allá me largo a llorar y termino presa por quitarle cigarrillos a todo el mundo. Pero en fin, muy muy bueno, me transmitieron muchas cosas. Besoteeeeee
El olor a durian es la versión asiática de nuestro «que olor a podrido que viene de afuera» cuando no pudiste aguantarte adentro del auto y salió con más olor del que esperabas. Bienvenidos sean los aromas multiculturales!
Besos y apretón en los cachetes de tía molesta!
Qué complicados los olores en Indonesia…cada vez más controversial se me hace ese país del que sé poco y nada! Me gusta, porque con un VeoVeo aprendí algo nuevo de un lugar!
Y el durian, ya le voy a tener idea…sobrio no lo voy a probar, y «no-sobrio» dicen que es peligroso así que me parece que no va! jajaj 😀
Marcos, andate a la goma… hasta que no te termines todo el durian no podés seguir viajando! El olor espanta, pero es el famoso «sabor adquirido» como le decimos a las cosas horribles a las que nos terminamos acostumbrando. Vas a ver que te vas a terminar encariñando como nos pasó a nosotros!
Abrazo!
Nooo, qué terrible el vídeo del nene fumando!! No lo había visto antes. Ese nene no se sabe limpiar la nariz y ya fuma. Claramente los padres no tienen dos dedos de frente. Me imagino que una ley antitabaco en Indonesia es imposible, no?
Ley antitabaco en Indonesia? imposible cuando los dos tipos más poderosos del país se enriquecen fomentando el vicio. Los precios son bajísimos (1 USD paquete de 20) y los impuestos son mínimos. No le conviene a nadie.
Saludos Nair 🙂
Wow ¡Cuántos aromas tan variados! Unos se antojan y otros repelen pero creo que lograron transmitirnos muchas sensaciones y clavaron al menos en mí las ganas de ir a Indonesia… ojalá que se pueda pronto. Saludos!
Menos mal que las computadoras todavía no tienen la opción de emanar olores, porque te llenaríamos la casa de pestilencia a durian y cigarrillo. Mejor seguir viajando con las palabras e imágenes.
Saludos!
Qué fuerte lo del niño fumando… eso no lo sabía. Vuestro artículo me ha llevado de vuelta a Bali aunque he echado en falta uno de los aromas que me traje de recuerdo, el olor a incienso quemando (mucho mejor que el humo del cigarrillo, yo es que creo que tengo memoria selectiva) 🙂
Un saludo,
Sonia.
Claro que sí Sonia, el olor a incienso quemado es otro que contribuye al «mezclún» aromático del Sudeste asiático y también se impregna en la ropa como los otros!
Saludos
Jajajaja son unos genios, me hicieron matar de la risa! Y lo del cigarrillo… yo no lo extrañaba… creo que en Argentina y en Indonesia fuman tanto… grrrrr qué lindo estar en el medio de las colinas verdes con ovejitas… y sin fumadores dando vueltas!
Qué lindo Maga querida, el olor a caca en pelotitas de las ovejas que saltan por las verdes praderas kiwis… y los arómaticos fish and chips que estampan con aceite lo que tocan y te dejan la boca con efecto colaginoso. Ahhh New Zealand, tus olores son tan, pero tan perfectos! jajaja. Disfrutenlos!!
Besos!!