«El Mar Aral tiene que morir como un soldado en batalla», dijo un ministro soviético allá por la década del ’30. Y agregó, «Tendrá una muerte gloriosa…»
Moynaq, Uzbekistán. Julio del 2015
Llegamos cuarenta años tarde a Moynaq para mojarnos los pies en la costa del Aral. El cartel de bienvenida no cambió, todavía tiene un pez saltando del agua y más arriba una gaviota sobrevolando el mar. Pero el agua hace tiempo que se fue, y ahora caminamos por un pueblo en el medio del desierto, una escuálida sombra de lo que alguna vez fue.
En el almacén del centro nos tomamos un helado y preguntamos por el único hotel. Sabemos que existe uno, aunque nos avisaron que era mejor evitarlo. La señora que nos atiende primero quiere saber si estamos casados, lo que más le interesa a todos. Le decimos que sí para no asustarla, y antes de dejarla seguir le avisamos que todavía no tenemos hijos, pero que vendrá el año que viene. La respuesta la complace, lo noto en su ancha sonrisa de felicitación.
Caminamos derecho, como nos dijo la señora del almacén, aunque no nos avisó que eran más de cuatro kilómetros. Siento que mi remera de nylon barato se va a prender fuego con los más de 40ºC del verano uzbeco, pero no tenemos dónde escondernos, son todas casas bajas lejos de la calle. Seguramente una remera de algodón hubiese estado mejor, aunque la de nylon seca rápido cuando la lavo. Mejor… mejor sería la brisa del mar para no transpirar.
El hotel está cerrado con candado; tiene el pasto crecido y varios ventanales rotos, nada muy distinto a varios de los edificios que pasamos por el camino, abandonados hace años, o nunca terminados. Cuando preguntamos por un lugar donde dormir nos vuelven a señalar hacia éste, como si nadie notara nada raro. «¡Está cerrado!», les decimos con un gesto, a lo que nos responden encogiendo los hombros. Desde la vereda de enfrente una chica de unos veintipico, morocha, despeinada, manda a su hijo a donde estamos nosotros. Pensamos que viene a ayudarnos, pero lo mandó a pedir donaciones, «Pen, yes? Chocolate, yes?», nos dice el nene tirándonos del pantalón.
Erkin no lo duda, cuando nos ve con las mochilas caminando nos dice que podemos quedarnos a dormir en su casa. Él es de la generación que nació viendo el mar en fotos, respirando el aire venenoso que traen las tormentas de sal y desechos tóxicos que dejaron los rusos cuando hacían secretas pruebas nucleares en las islas del Aral. Pero su padre, que nos mira atento desde el sillón con uno de sus nietos a su lado, presenció la crucifixión.
En Moynaq, el hombre que no estaba arriba de un barco es porque trabajaba en la procesadora. Junto con Aralsk, en Kazajistán, eran los dos principales puertos del Aral…
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¡Oro blanco!
Pero los soviéticos tenían otros planes para aprovechar mejor tanto potencial. El inmenso desierto de la zona se podía convertir en florecientes campos de algodón en poco tiempo si hacían unos pequeños «ajustes» al curso de los dos ríos que alimentaban el Mar. Y algodón era justo lo que la Unión más necesitaba para la década del ’30. Según los cálculos, cada metro cúbico de agua de estos ríos usado para irrigación sería económicamente más beneficioso que si terminara en el Mar Aral, así que no había razón para no ir adelante con el plan…
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Y con los años, el Mar fue desapareciendo…
El Aral perdió casi toda el agua de sus afluentes y rápidamente se empezó a secar. Como sea el plan siguió, porque el Oro Blanco estaba llenando muchos bolsillos, pero el desastre que estaban creando se hizo evidente en poco tiempo.

El paso de los años en el Mar Aral

Antigua procesadora de pescados
Hoy el Mar nos queda a más de 200 kilómetros, pero lo que nos trajo hasta acá no fue un destino de playa, sino encontrarnos cara a cara y de la manera más cruda con la ambición del hombre.
Camino a lo que alguna vez fuera la costa, se acerca a hablarnos un chico en bicicleta. Timur tiene 19 años y es de Moynaq, pero por su estudio está viviendo en Nukus, la ciudad más grande del Norte de Uzbekistán. Dice que es la primera vez que puede hablar con extranjeros, pero que no entiende por qué estamos en este lugar donde no hay nada para hacer.
El algodón sigue siendo prácticamente el monocultivo de Uzbekistán, y Timur, como la mayoría de los jóvenes del país, tiene que ir a trabajar en la recolección durante los meses de vacaciones. Le guste o no, esta es una de las obligaciones como ciudadano uzbeco, al menos para los que no pueden pagar una coima o no viven en Tashkent, la capital.
– «Desde los quince años que tengo que ir a las plantaciones para la recolección», nos cuenta.
– «¿Pero te pagan algo?»
– «No, no pagan nada, pero te dan el transporte, comida y té verde».
– «¿Y no te molesta ir? ¡Son tus vacaciones de la universidad!», le pregunto, imaginanado qué pasaría en Argentina si pusieran una ley parecida donde todos los jóvenes tuvieran que ir durante sus vacaciones a trabajar en los campos de soja.
– «No, porque no tengo que estudiar, esto es más divertido. Además van chicas de otras escuelas».
Llegamos a la costa…
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En el 2014 se filmó en Aralsk (Kazajistán) y alrededores el video de la que aparentemente será la última canción de Pink Floyd: «Louder than Words». La idea original del director era filmarlo en Uzbekistán, pero como le daban demasiadas vueltas con los permisos se fue a Kazajistán y ahí lo hicieron.
El mensaje de Louder than Words es que «las acciones son más fuertes que las palabras», y en el video muestran el impacto que tiene la desaparición del Aral en las nuevas generaciones, que sólo vieron el mar por fotos.
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Nos quejamos y peleamos,
Nos criticamos en la cara.
Pero esto que hacemos…
Este tiempo juntos,
Con lluvia, sol o tormenta.
Esto que hacemos…
Con la gracia de alguien cansado de la vida,
Hemos ocupado nuestros lugares.
Podríamos maldecirlo, o cuidarlo y darle un nombre…
Es más fuerte que las palabras, las cosas que hacemos,
Es más fuerte que las palabras, la manera que se muestra.
Es más fuerte que las palabras, la suma de nuestras partes,
El latido de nuestros corazones, es más fuerte que las palabras.
Más fuerte que las palabras…
Las cuerdas se doblan y deslizan,
Así como las horas se escurren.
Un viejo par de zapatos, va a hacer el ritmo de tu blues favorito.
Vamos con la corriente, a donde sea que vaya.
Estamos más que vivos…
Es más fuerte que las palabras, las cosas que hacemos,
Es más fuerte que las palabras, la manera que se muestra.
Es más fuerte que las palabras, la suma de nuestras partes,
El latido de nuestros corazones, es más fuerte que las palabras.
Más fuerte que las palabras…
[su_note note_color=»#54c0d1″ text_color=»#ffffff» radius=»5″]¿Planeando un viaje por Asia Central? No te pierdas todos los posteos y consejos mochileros de Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.[/su_note]
Me ha flipado! Muy interesante ¿Cómo llegaron hasta allí? Me encantaría visitarlo.
Hola… la ciudad más cercana es Nukus, desde donde hay buses diarios a Moynak. Definitivamente es un lugar muy interesante.
la segunda parte https://youtu.be/dD1nSKiuTPY
Hola Guada! Muchas gracias por los links, los estamos mirando. El caso del Mar Aral es uno de los más impactantes, pero en todo el mundo hay casos donde la estupidez y la ambición humana supera la razón, es muy triste.
Te mandamos un abrazo grande!
Lamentablemente no hay que irse al otro lado del mundo para enterarse de cosas de ese tipo… o peor aun, vivirlas en ane propia. Les dejo un par de links a un programa que habla de lo que paso aguas abajo, cuando se embalsó el río Atuel
https://youtu.be/mi45m4vybNI
Verdaderamente no puedo creer lo que acabo de ver y leer,gracias por estar alli,compartir con el pueblo su triste historia y sentirla como propia,es increible lo que estan haciendo chicos,que nada ni nadie los detenga.GRACIAS!
Me ha sorprendido mucho. Muchas gracias por compartir este suceso en la red. Desconocía totalmente esta historia.
Queridos amigos (con el tiempo que los leo ya los considero amigos, parte de mi vida)
Estoy a full en el trabajo y he leído sólo los títulos y visto las fotos… y se me pone la piel de gallina. En un rato más leeré el post completo y no sé qué esperarme.
De verdad les agradezco por tener las agallas para compartir esto; por darse el tiempo; por pensar en nosotros, sus lectores. Amo viajar con ustedes y conocer otras realidades y culturas, ya sean las más lindas y las más tristes, como es hoy.
Saludos, ánimos y fuerza para seguir en ruta.
Impresionatemente triste. Gracias por compartir!
EX CE LEN TE Chicxs! La canción y el video me erizaron la piel! Triste realidad saber que el planeta estaría mejor son la raza humana. Por suerte no todxs somos iguales. Mucha pena saber que los imperios le hacen esto al mundo, algo similar pasa a la vista de todxs en la selva amazónica y en miles de lugares más.
Abrazo
terrible la información, son unos genios chicos
Impresionante, muy fuerte. Me he encontrado con varias realidades a través de este blog. Gracias por compartir y difundir, un saludo desde los calores malayos!