En este post te vamos a recomendar un hamam no turístico en Estambul, para que te olvides de esos baños turcos con precios asesinos y vos también puedas tener una experiencia auténtica.
La experiencia hamam: baño turco en Estambul

Baño turco en Estambul: Mihrimah Sultan Hamam
Darse un baño en un hamam es una experiencia tan turca como ver el atardecer escuchando los llamados a la oración que se esparcen al cielo desde las mezquitas o quedar con la vejiga a punto de explotar después de tomar tanto çay.
Como seguramente también te pase a vos, no quería irme de Turquía sin darme un baño en un hamam, pero lo primero que vi en Estambul me desilusionó: ¡Es carísimo!
Ahí empezó mi búsqueda por algún hamam no turístico en Estambul, donde vayan los locales, sea barato y no esté promocionado en hoteles ni agencias de viajes. Pero a la vez que me diera confianza para meterme, porque vi cada sucucho de mala muerte…
Acomodándose perfectamente a mi búsqueda, llegó la recomendación de un lector marcopólico: Mihrimah Sultan Hamam, un hamam de 1565 que está al lado de la mezquita de mismo nombre. No tendrá la grandiosidad arquitectónica de los más famosos, pero si querés una experiencia como la que tienen los turcos y no los turistas, es un lugar ideal.
Como ir solo no me entusiasmaba tanto (¡gonca!), esperé a que llegara un gran amigo de visita y lo sumé obligado al plan. Definitivamente, ir de a dos hace que todos esos momentos incómodos en los que no sabés qué hacer se vuelvan muy divertidos.

A punto de cruzar el umbral. ¿Qué me esperará adentro?
Dónde queda Mihrimah Sultan Hamam
“Después de recorrer el barrio de Balata (Balat), lo más apropiado para hacer parece ser darme un baño turco”. Dijo Edmondo de Amicis en su libro “Constantinopla”, de 1876.
Y es por esta zona donde vas a encontrar el hamam Mihrimah Sultan. En realidad no justo en el barrio de Balat, sino en Fatih, que está muy cerca.
Podés hacer como Edmondo y los pibes de Marcando el Polo: recorrer Fener y Balat, que son dos barrios adyacentes de artistas independientes, negocios de antigüedades y cafés “con onda”, comparables con lo que sería San Telmo, en Buenos Aires, y después de la caminata relajar los músculos con un buen baño turco.
Si querés un día súper completo, podés arrancar con un paseo por la zona del Grand Bazaar y Spice Bazaar (Mercado de las especias). Desde el Spice Bazaar hasta Balat son 2,5 kilómetros. Y desde Balat hasta Mihrimah Sultan Hamam son otros 1,5 kilómetros. No hay dudas de que vas a llegar con ganas de un baño.
Cuánto cuesta una sesión en un hamam (baño turco)
El precio de darte un baño turco en uno de los hamam turísticos, como los que están en la zona de la peatonal Istiklal, es un palazo a tu presupuesto. Por ejemplo, en el famoso Sülemayniye Hamam, que está enfrente de la hermosa Mezquita Süleymaniye, cuesta 40 Euros la sesión, lo mismo que en el clásico Kılıç Ali Paşa Hamamı. Y el muy top Hürrem Sultan Hamamı se va de tema cobrando a partir de los 90 Euros por 45 minutos.
Desde ya que estos hamam están a otro nivel del que fui yo, pareciéndose más al baño que tendría un sultán que a los de un turco de barrio. Por ejemplo, Hürrem Sultan es un lugar histórico del siglo XVI, diseñado por el mismísimo arquitecto Sinan (el de Hagia Sophia) a órdenes del sultán Solimán el Magnífico.
Si la billetera no te da para los anteriores, o querés una experiencia sin maquillaje, en Mihrimah Sultan Hamam pagué TL 55 (menos de USD 10 al momento del viaje) por el baño turco de una hora, que incluye el sauna y masaje. Es probable que el masajista te pida una propina, pero no es para nada obligatorio.

Sala central del hamam
Qué hacer una vez en el hamam
“Tengo que confesar que, después de todo lo que me comentaron sobre los baños turcos, me acerqué con un sentimiento de inquietud. Entrando tímidamente, me encontré en un gran espacio que lo deja a uno en la duda de si por error entró en un teatro”, siguió Edmondo, una vez adentro.

No vayas con expectativas ilusas
Vamos por pasos para hacértelo bien claro y que no andes perdido como estuvimos con mi amigo:
♦ Cuando entres, te va a recibir el encargado y explicarte en un inglés básico (poco es mejor que nada) dónde dejar las zapatillas y cuánto cuesta la sesión de hamam de una hora con masaje incluido. Vas a pagar al final.
♦ Con ojotas puestas, vas a subir al primer piso, donde te van a dar una malla y llave para una habitación. Cambiate, dejá tus pertenencias en la habitación y ponete la llave en la muñeca para asegurarte de no perderla cuando te esté zamarreando el masajista. Ya estás listo para bajar y arrancar la sesión de baño turco.

Piso de habitaciones del baño turco

Posando como un campeón… después se me borraría la sonrisa
♦ Entrando a la zona caliente (literalmente “caliente”) te vas a encontrar con el tellak (masajista), en mi caso un regordete con carita de juguetón, que cuando me agarró del hombro para mostrarme por dónde seguir, hizo que me preguntara quién me mandó a meterme en esto.
♦ Con una sonrisa de “vos relajate que te espero en la otra sala”, me hizo señas para que me acostara en el göbektşı, un hexágono de mármol en el que deberías pasar al menos unos diez minutos.
Demasiado caliente para mi cuerpo novato, empecé a caminar por este horno de sala y a tirarme agua fría de las canillas que están alrededor. La idea es que, para que no te baje la presión, cada tanto hagas esto.
“La temperatura es tan alta, que apenas entro ya estoy chorreando transpiración, y parece que si finalmente puedo salir de acá lo más probable es que sea convertido en un arroyo”, empezaba a sufrir nuestro amigo Edmondo.
♦ Si sos un duro como los turcos experimentados en el tema, podés meterte al sauna. Yo pasé porque si entraba ahí me iban a tener que sacar con una pala como a pizza en horno de piedra.

La hirviente cama de mármol (Fuente)
♦ Sintiendo que se te fueron varios kilos por los poros, podés reencontrarte con el tellak, que te va a estar esperando ansioso. Ahora viene lo mejor: la parte en que deberías relajarte y dejarte llevar por las manos expertas que te van a masajear, exfoliar con un guante para sacarte todas las impurezas, lavarte de arriba a abajo con jabón y darte vueltas de un lado para el otro como a una tortilla. Del asiento a una cama y de vuelta a otro asiento. Masajes intensos, golpeteos, la cara enjabonada, aguantar la respiración, una enjuagada y la panza del tellak a centímetros.
Tengo que confesar que, teniendo tan cerca al rechoncho cubierto solamente por una toallita envuelta a su cintura, poder relajarme me costó mucho más de lo que hubiese querido.
“Me moldean y presionan como si fuera una masa a la que quisieran darle cierta forma que tienen en mente, y, al no lograrlo, se enfurecen cada vez más”.
Edmondo la pasó peor que yo, quizás porque en lugar del rechoncho tenía a dos mulatos trabajando sobre el.
“Y finalmente, cuando mi cuerpo está chorreando transpiración como una esponja mojada, mi sangre corriendo furiosamente por las venas, y ya es evidente que alcancé el límite de tolerancia, agarran lo que queda de mí en esa cama de tortura y se lo llevan a la esquina, donde hay una pileta con una canilla de agua fría y una caliente. Un nuevo martirio me esperaba ahí”.
♦ Una vez que el “amasado” termina, tu masajista, con el que ya tenés una relación bastante carnal, te va a llevar al paso final: la pileta de relajación total. Acá podés quedarte tranquilo, que nadie va a venir a hacerte otro ronda de masajes. Aflojá los músculos y disfrutá, sabiendo que aunque por momentos se puso más duro de lo que hubieses querido, tuviste la experiencia de un verdadero hamam.

Ahora sí podés relajarte (Fuente)
♦ Cuando ya tengas los dedos arrugados y esté listo para salir de la pileta, te van a llevar de vuelta para la zona de masajes. “¡¿Otra vez empieza esto… no me digas que hay otra ronda?!”, nos dijimos con mi amigo. Tranquilo, que estás volviendo para dejar la malla en el agujero donde van las cosas para lavar y secarte con el toallón que te van a dar.
♦ Cuando salgas, ya seco y relajado, te van a envolver la cabeza en una toalla para dejarte con la mejor pinta de beduino. Ahora podés volver a tu habitación (si no perdiste las llaves) a cambiarte y estás listo para cerrar definitivamente la experiencia. Pagá, ponete las zapatillas, y volvé a la calle para aturdirte con los ruidos de Estambul.

Sesión terminada para los beduinos
Después de tanta queja, Edmondo dice que lo dejaron “liviano, fresco, aireado, perfumado, con la mente serena, el corazón contento y un sentimiento de juventud y vitalidad que me hicieron sentir como si, cual Venus, hubiese recién nacido de la espuma del mar”.
Quizás no te sientas tan “liviano” como el colega viajero italiano, de hecho a mí me quedó la espalda doliendo por varios días, pero no hay dudas de que vas a salir con la alegría de haber tenido una experiencia de esas que quedan grabadas.
Si te diste un baño turco y conocés algún otro hamam no turístico de Estambul para recomendar, dejalo en los comentarios.
Son lo más chicos jajajaja. Morí con la experiencia de Jota en el hamam, y con el antes y después. Entré al post porque voy a Estambul en enero y uno de mis «must» es probar eso del baño turco que tan famosos son. Con los precios de los hamam turísticos no hay dudas de que voy a seguirte y ver como la paso en este que recomendas.
Una consulta, el short y toallas te lo dan todo ahí, no? o hace falta que lleve mi malla y ojotas?
¡Hola, Gustavo!
Preparate para los cachetazos jajaja. No, tampoco es para tanto, te golpetean un poco y al final te dejan con la piel como la de un bebé.
Short, toallas y ojotas te las dan cuando llegás, de hecho no podés ir con las tuyas.
¡Buen baño!
Las mujeres podemos ir a tomar un baño turco?
Hola, Elisabet.
Sí, hay hamams que son para ambos sexos en distintos horarios o salas separadas, pero no es el caso del que fui yo.