Cuando la ruta nos lleva a los callejones más oscuros de la historia…

Marcandoelpolo | Camboya | 15 Comentarios | 16944 Views

La ruta para salir de Kep era de las más desoladas que vimos en Camboya. Apenas habían pasado unos minutos de las 8 de la mañana, y la mezcla de la tierra rojiza que volaba en el ambiente con el sol que pegaba de frente no era la combinación más adecuada para hacer dedo. Teníamos que caminar unos 5 km hasta la ruta principal y, como no pasaba nadie –o casi nadie-, nos sumergimos en una conversación sobre futuros proyectos viajeros y nos olvidamos de que por el costado estaba pasando el primer auto en media hora. Cuando quisimos hacerle seña ya era demasiado tarde. Nos lamentamos por no haber prestado atención, y del hecho de que era un descapotable con un conductor occidental. Seguramente nos hubiese llevado si lo frenábamos a tiempo. Perdimos el hilo de la conversación, y las primeras gotas de transpiración empezaban a invadirnos.

Ruta de tierra+viento+sol+mochilas+5km hasta la ruta+no vimos el único auto que pasó=todo pasa por algo.

Ahora con el oído más afilado, escuchamos que de lejos viene un auto. Dudamos que fuera a Phnom Penh, nuestro destino, pero con que nos lleve a la ruta ya estamos más que contentos.

¡Sí, frenó!

-¡Hola! ¿Dónde van?

Por su inglés exagerado supimos que nos llevaría. Ya lo habíamos comprobado en otras oportunidades, en estos países quien habla bien inglés esta muy orgulloso de mostrarlo. ¡Encima va a Phnom Penh!, mejor imposible. O bueno, lo que nos contaría después haría que sea uno de los mejores viajes a dedo que hayamos hecho hasta ahora.

Sopol y Ny nos cuentan apenas subimos que ellos no viven acá, que sólo están de visita. “Vivimos en Estados Unidos, nos fuimos cuando terminó el régimen de Pol Pot. Tratamos de venir todos los años a visitar, así que si no les molesta vamos a ir frenando en varias casas por el camino. No tardaré mucho en cada una, sólo tengo que pasar a saludar”.

No teníamos ningún apuro, de hecho para nosotros era mejor. Ese es el condimento del viaje a dedo: las paradas en el camino.

Ny (izquierda) y Sopol.

Con Ny (izquierda) y Sopol.

Después de apenas una hora de viaje ya habíamos visitado 3 casas. “Todavía quedan otras 8, disculpen si los hago tardar mucho”.

Le volvemos a explicar que no tenemos ningún apuro, y le comentamos que nos sorprende la cantidad de familiares que tiene.

“Si no fuese porque los jemeres rojos me mataron a casi toda mi familia, yo también tendría muchas casas que visitar, pero sólo tengo a una tía y una prima. Nadie más. Todo el resto de mi familia fue asesinada. ¿El motivo? Que vivíamos en la ciudad.”- nos cuenta Ny con una voz entrecortada por la bronca. Sin dejarnos tiempo a pensar una respuesta, agrega: “Yo tenía 9 años el 17 de abril de 1975, cuando vaciaron Phnom Penh a la fuerza. No tuvimos ni tiempo de agarrar nada. Me separaron de mis padres y mis hermanos y me hicieron caminar durante varios días casi sin comida. Incluso la gente que estaba en los hospitales tuvo que salir a caminar. Todos debíamos trabajar la tierra, a mí me tocó cavar junto a la construcción de una represa. Mi cuerpo estaba tan débil que parecía de una nena de 5 años. Todos los días veía a gente morir delante mío. Algunos de hambre, otros porque estaban tan débiles que no podían trabajar. Eso era lo peor, no me lo puedo sacar de la cabeza. Los pateaban vivos dentro de una fosa común hasta que morían. Todos los días tenía que ver eso, fue un infierno.”

Un infierno que duró 3 años, 8 meses y 20 días, donde murió la cuarta parte de la población del país. Cuando los jemeres rojos tomaron el poder, hablaban de un cambio total, del año cero. Todo lo que pudiera representar al pasado debía desaparecer: evacuaron las ciudades, abolieron la moneda, prohibieron la religión, el comercio, la literatura y todo tipo de arte,  cerraron las escuelas, separaron las familias y obligaron a toda la población a vivir en el campo y a vestirse de negro.

“Los mejores momentos del día era cuando nos daban la comida. Sólo dos veces, una a la mañana antes de empezar a trabajar, y otra a la noche antes de ir a dormir. Pasábamos mucho hambre, 1kg de arroz lo usaban para alimentar a 50 personas. Era todo agua y algunos granos de arroz flotando, tan pocos que hasta los podía contar. Eso era todo. Se suponía que con eso era suficiente para trabajar 16 horas por día sin parar, durante 1358 días seguidos.

La voz de Ny cada vez estaba más entrecortada. Sopol cada tanto la interrumpía para contarnos su versión.

“Yo la pasé mal, pero lo de Ny fue mucho peor. Ella era muy chiquita y estaba sola. Yo tenía 16 años cuando fui forzado a dejar mi casa en Phnom Penh y, si bien me separaron de toda mi familia, estuve con mi mejor amigo durante un año y medio, hasta que tuve que ver cómo lo asesinaban frente a mí. Fue el peor momento que me tocó vivir. No hay palabras para describirlo.

Y ahí estábamos nosotros, sentados en la parte de atrás del auto con un nudo en la garganta sin saber qué decir. “¿Y cómo fue cuando se fueron los jemeres rojos?”

“Cada uno empezó a caminar rumbo a donde estaba su ciudad, pero las casas estaban destruidas. Además, el primero que llegaba se quedaba con la casa, sin importar de quién era. Nosotros teníamos dos, y cuando llegamos una estaba totalmente destruida y la otra ya la habían ocupado. Estuvimos en la calle un tiempo hasta que nos fuimos a un centro de refugiados en Tailandia, donde pude reencontrarme con el resto de mi familia y más adelante viajar a Estados Unidos. Unos años después la conocí a Ny.”, nos cuenta Sopol. Ny agrega:

“Yo caminé y caminé pero no encontraba a nadie de mi familia, hasta que de repente lo ví a mi papá entre la multitud. Me costó reconocerlo, porque estaba muy enfermo y débil. Fue un alivio muy grande sentir un abrazo después de tanto tiempo sola, pero a los tres meses murió. Ahí fue cuando me fui a un centro de refugiados.”

De repente llegamos a Phnom Penh, y Sopol nos dice que nos quiere llevar a un lugar antes de dejarnos en el centro. Pensamos que era la casa de otro familiar, pero cuando estaciona podemos reconocer las rejas que tanto escalofrío nos hicieron sentir cuando lo visitamos en el 2009 durante nuestro primer viaje por el Sudeste asiático. Estábamos en la puerta del S-21, la escuela que fue transformada en el peor centro de detención de los jemeres rojos. Sin llegar a decirle que lo habíamos visitado, agrega: “Cualquier persona que era considerada traidora del régimen era detenida y trasladada a un centro de interrogación y tortura. Sólo en Phnom Penh había 70, y ésta era el peor. 14.000 personas pasaron por acá, y sólo 7 sobrevivieron, porque les eran útiles. Un mecánico y un pintor para hacer los cuadros de los líderes, por ejemplo. Pueden entrar, ahora es un museo, pero yo ya vine y no quiero volver”.

S21 Camboya

Es escalofriante S21

S21 Camboya

Si las paredes hablaran…

Le comentamos que ya habíamos estado, y que íbamos a volver al día siguiente. Nos lleva hasta el centro y nos despedimos. Por dentro tenemos esa sensación de satisfacción de saber que todo pasa por algo, y si no escuchamos que venía el auto descapotable del extranjero, fue por una razón. La vida está  compuesta por causalidades que, puestas en tiempo y espacio, hacen que formen una historia única e irrepetible.

Al día siguente nos encontrábamos en el mismo lugar, pero Sopol y Ny ya no estaban. Seguramente no es lo que quisiera ver alguien que viaja al  Sudeste asiático con la intención de playa+FullMoonParty+templos+fiesta+BananaPancake+mercados. De hecho cruzamos a varias personas en Phnom Penh que nos decían que no había nada para ver ni hacer, y cuando les comentábamos de este lugar nos respondían «Yo estoy de vacaciones, no vine a amargarme». Claro, el Museo del Genocidio no suena muy tentador, pero es clave entender el pasado para poder comprender a los camboyanos de hoy. Es algo que todavía es muy reciente, y las heridas de que cada una de las personas que lo vivieron todavía ni empezaron a cicatrizar. 

Apenar entramos, nos reciben las reglas de conducta que nos dan un parámetro de lo que se vivía acá adentro.

S21 Camboya

Las reglas

Algunas de ellas son:

  • Deberás responderme todo lo que te pregunto.
  • No intentes de esconder la realidad inventando pretextos. Tenés extremadamente prohibido cuestionarme.
  • Deberás responder mis preguntas inmediatamente, sin perder el tiempo en pensar.
  • Mientras recibas los shocks de electricidad, no debés llorar en absoluto.
  • Si no respetas todas las normas, recibirás más shocks de electricidad.

Todos los que parecían sospechosos eran traídos desde el campo en camiones que rebalsaban, esposados y con los ojos vendados. Sólo volvían a ver cuando estaban sentados en la silla para que les sacaran la foto de «bienvenida».

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Todos eran sospechosos y traidores de la revolución. Con el pretexto de «Para terminar con un yuyo hay que sacarlo desde la raíz», los jemeres rojos detenían a familias enteras -incluyendo nenes y bebés- si sólo un miembro era considerado traidor. Y la completaban diciendo «Es mejor matar a diez inocentes que dejar un culpable libre».

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Ninguno de los detenidos tenía acceso a un baño. En consecuencia, debían hacer todas sus necesidades en estas cajas de metal.

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Celdas comunes.

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Los detenidos que les podían ser más útiles tenían el «privilegio» de tener una celda individual.

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Caminamos por las calles de Phnom Penh hasta llegar a la ruta que nos llevará hacia el Norte. Después de diez  minutos de espera, frena un señor de unos 54 años y nos ofrece llevarnos por unos 50 km. Ya en la ruta, y con las primeras gotas de lluvia pegando en el parabrisas, nos dice: «Mi nombre es Rhithisak, y significa fuerte y poderoso». Lo dice con aires de grandeza, y por dentro nos quedamos pensando cómo habrá sido su experiencia durante una de las dictaduras  más oscuras de la historia mundial. Quizás hoy nos tocó dar vuelta la página y ver otro capítulo de la historia. Quizás Rhithisak es uno de los culpables de que Ny no tenga familiares a quienes visitar. Quizás, sólo quizás. Nunca lo sabremos…

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Si vas a viajar a Camboya, te recomendamos:

Libro: «First they killed my father: A daughter of Cambodia remembers», de Loung Ung. La autora es una de las sobrevivientes del régimen de Pol Pot. Sólo tenía 5 años cuando fue obligada a separarse de su familia, y en el libro cuenta la cruda realidad, detalle a detalle. Imperdible para poder comprender la crueldad en la que vivían.

El el Sudeste asiático  se consigue muy fácilmente en inglés, pero también está traducido al español («Primero mataron a mi padre: recuerdos de una niña de Camboya»)

– Película: «The killing fields». Ganadora de tres Oscars, fue la culpable de que gran parte del mundo se enterara acerca del genocidio camboyano. En español está como «Los gritos del silencio».

– Documental: «Year Zero: The Silent Death of Cambodia», de John Pilger. Es un documental que hizo historia, porque no sólo muestra los detalles del régimen de Pol Pot, sino que además expone cómo las potencias occidentales colaboraron para que fuera posible, que hasta ese momento había sido ocultado.

– Documental: «S-21, The Khmer Rouge Killing Machine». Dos de los siete sobrevivientes del S-21 vuelven a visitar la prisión y se reencuentran con algunos de los jemeres rojos que tanto los hicieron sufrir.  Nadie mejor que ellos para comprender el terror que se vivió en esa época.

Podés ver estos dos documentales y otros sobre el genocidio camboyano en 10 documentales para ver antes de viajar al Sudeste asiático.

¿Planeando un viaje al Sudeste asiático? No te pierdas todos los consejos mochileros haciendo click en Viajar al Sudeste asiático.
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Con 19 y 21 años emprendimos un viaje que creímos sería de tres meses, pero se convirtió en nuestro estilo de vida. Diez años más tarde, seguimos descubriendo los rincones más remotos del mundo para eliminar la frontera más peligrosa: la que nosotros mismos creamos.

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  1. jose dice:

    Genial la profundidad que podéis sacar a un viaje en auto-stop. Muy interesante la relación de documentales sobre Camboya para ver. Gracias!!!

  2. Joaquin dice:

    Malditos blasfemadores del Padthai, recuerdan de casualidad donde encontraron el libro «First they killed my father» in spanish? Hoy anduve dando vueltas por Siem Reap y todos me miraron con cara de que era mas fácil enseñarle a bailar cuarteto a un monje que poder encontrar cualquier libro en español. Como sea. Gracias totales por su laburo! Siempre los escucho muy bueno el programa jaja. No pero de verdad. Sin desmerecer ninguna forma de viajar, a los que nos gusta corrernos de los circuitos tradicionales para caminar el globo y quienes compartimos mucho de su forma, Marcando el polo es más que un nombre azaroso de un blog, sino es un poco lo que de verdad resulta en la vida diaria. Buenas rutas y si los cruzo por ahi les acerco una cerveza para brindar por ello!

    • Marcandoelpolo dice:

      jajajajajaja maldito pad thai!
      El libro «First they killed my father» lo leímos en inglés, no sé si está la versión en español. Dale una chance, de paso practicás el inglés 🙂
      Muchísimas gracias por la buena onda de tu mensaje.
      ¡Abrazo grande!

  3. Marita Dmello dice:

    Quiero ir a Thailandia y CAmboya desde L.A. !!!
    Tengo un poco de miedo, quiero hacer el viaje sola!
    Mochila segura.

  4. Kaly dice:

    «no quiero amargarme en vacaciones» que hermosa frase para llamarse a la ignorancia, no comprendo que entienden por vacaciones si no se esta comprendiendo en el lugar donde estas, sobretodo no entiendo como eligen esos particuares lugares tan plagados de historia justamente para no pensar en ella. Es increible como se utiliza el nombre de «comunismo» para hacer exactamente lo contrario que representa, explotar al pobre,y como la ideologia se convierte en un pretexto con tanta facilidad. Igual de todas maneras considero que estos momentos son los que pagan el viaje, en los que te chocas con la realidad historica de frente, sin ningun diario, ningun libro que te incline tu pensamiento para donde crean correcto, «Yo estuve ahi…» poder escuchar en primera persona no solo paginas de nuestra Historia, sino la historia de las personas que lo vivieron, darte cuenta que no es solo un numero mas de cuando dicen «hubo 1 millon de muertos» saber que cada una es una vida tan plagada de sensaciones y sentimientos, hasta que lei esto Camboya no me llamaba la atencion en lo mas minimo, hoy me hicieron agregar otro punto en el mapa, es impresionante como lo logran.

    • Marcandoelpolo dice:

      Totalmente, Kaly! Para nosotros viajar e interactuar con el país y su historia van de la mano, no nos imaginamos viajando de otra manera. Pero para otros viajar es desconectarse de todo… y eso incluye la realidad del país en el que están.

      Saludos!!

  5. 20 consejos para tu primer viaje al Sudeste asiático | Monteria al día dice:

    […] Cuando la ruta nos lleva a los callejones más oscuros de la historia […]

  6. 20 consejos para tu primer viaje al Sudeste asiático - Córdoba OnlineCórdoba Online dice:

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  7. Vito dice:

    Impactante, no?
    De todos modos hay que rescatar el valor del testimonio que pudieron escuchar, y que lo hayan convertido en esta historia que aporta un grano más de arena a conservar la memoria universal.
    Fui especialmente a la ciudad a conocer esto y recuerdo que hice la visita junto a dos británicas y un holandés que no podían creer la historia… cuando yo les contaba lo que había sucedido casi simultáneamente en nuestro país, su asombro aumentaba… es importante hacer conocer la historia a todos.
    Les comparto mi experiencia… https://conlospiesporlatierra.com/2012/06/04/camboya-lados-b-konlaeng-choul-ot-cheng/
    Abrazo grande!!

    • Marcandoelpolo dice:

      Vito! Súper interesante tu posteo. Cuando nosotros visitamos los Killing Fields en el 2009 todavía no estaban las audioguías. Ahora cuando volvimos sólo fuimos otra vez al S-21.

      Mientras veíamos los retratos de los detenidos podíamos ver las caras de todos los desaparecidos en nuestro país también, lamentablemente.
      Gracias por compartir tu historia y por mantener la memoria activa.

      Nunca más!

      Abrazo enorme!

  8. Terrible, me devoré su historia con el mismo nudo en la garganta q tenían ustedes en la parte de atrás del auto. OMG q crudo! Gracias por compartirlo y los consejillos!

  9. Mara dice:

    Tremenda historia. Gracias por viajar como viajan y compartirlo con los que nos quedamos con la superficie de los lindos templos camboyanos. Supongo que casi todos los que vamos a Camboya sabemos aunque sea algo del genocidio, pero escucharlo de los protagonistas debe ser muy fuerte, aunque enriquecedor.
    Un saludo grande, los leo mucho!

  10. toba2 dice:

    Claro que todo sucede por algo en la vida,a ustedes les toco encontrarse con Ny y Sopol y no con el auto descapotable…..por algo sucedio, eso digo siempre..las cosas por algo suceden en la vida!!! y todo tiene un porque, en ese viaje…viaje en muchos sentidos..conocieron dos historias de vida tremendas y luego tal vez en el otro viaje…a un genocida…que loco no? a ustedes los ayuda pero les hace saber que es poderoso..podra dormir a la noche??..

  11. Andrea dice:

    Qué horror. Yo creo que no hay «ideologías» que valgan cuando determinados psicópatas llegan al poder para satisfacer todas sus perversiones. Sin duda son llagas que tardarán mucho en cicatrizar, y no hablo de Ny y Sopol, sino de varias generaciones después.

    Saludos chicos, y que sigan encontrando situaciones y experiencias tan valiosas como éstas, en vez de vivir de «vacaciones»

    • Marcandoelpolo dice:

      Sin dudas Andrea, y más impotencia aún cuando uno empieza a interiorizarse en el tema y se entera de que todo esto no hubiese sido posible sin la complicidad de las grandes potencias, que hasta la década del 90 seguían apoyando la vuelta de los jemeres rojos en secreto, por más que cuando las luces se prenden todos se hagan los horrorizados. No es casualidad que Pol Pot y tantos otros genocidas nunca hayan sido llevados a juicio internacional.

      Saludos!