Eliminando Fronteras: bajo la mirada de Alá

Marcandoelpolo | Indonesia | 15 Comentarios | 10576 Views

Tomamos el Corán prestado para adentrarnos en la cultura musulmana. Les compartimos las experiencias de esta pareja de ateos abiertos a escuchar la palabra de Alá para poder seguir Eliminando Fronteras. Tres días junto a cinco amigos que se transformaron en nuestros profesores sin saberlo…

Cena Couchsurfing Sumatra Indonesia

De izq. a der.: Mamá de Dhaniel, Olix, Sarah, Tiqa, Jota, Dani, Julie y Dhaniel

“Yo tengo un plan”, fueron las primeras palabras que dijo Dhaniel al ver a Dani. No es la típica introducción que esperás tener con alguien que ves por primera vez, pero quizás su programa no podía retrasarse. Salgo del baño del KFC y veo que nuestro nuevo amigo ya había llegado. Cruzo a su encuentro, y antes de que pueda preguntarle cómo estaba me deja en claro que él tiene un plan. Saca una libreta del bolsillo de la camisa, con una lapicera mini que calza justo en los espirales. La libreta es nueva, seguramente la compró para esta ocasión ya que está completamente vacía, salvo por las dos hojas del plan. Antes de proseguir nos pregunta “¿Ustedes tienen un plan? Porque si no podemos seguir el mío”. Habíamos llegado a Bukittinggi, en el centro de Sumatra, más por conveniencia geográfica que por algún interés en particular y un plan no era precisamente lo que teníamos. “Eeeeh, algunas ideas tenemos… pero mejor contanos vos que sos el que sabe”. El plan es rígido, con horarios y una carga de actividades que parece un tour organizado de chinos, donde todo tiene que estar calculado y bajo control. Algunos suenan interesantes, como ir a dormir a la casa tradicional de la abuela o un festival a la mañana siguiente. Otros se nota que son las típicas atracciones que disfrutan sólo los locales, como una supuesta “Great Wall of Bukittinggi” o las “Japanese Caves”. El itinerario se llena con momentos establecidos para descansar y comer.

Dhaniel esá a punto de recibirse de profesor de inglés y da clases particulares, pero no sabemos cómo lo hace porque su nivel es bajo como el de todos sus amigos que después nos presentaría, también profesores y también rígidos en el plan que su amigo había programado.

Islam

Dhaniel tenía un plan

De a poco Dhaniel se va soltando, pero lo que no suelta es la libreta de su mano, de la que cada tanto se cae la mini lapicera. “¿Cómo estuvo el viaje?” Por más que le habíamos contado varias veces que llegaríamos haciendo hitchhiking, él seguía creyendo que nos habíamos tomado el bus, hasta que le dimos algunos detalles más profundos.

“Bueno, llegamos en 6 vehículos, el último fue un camión un tanto particular”. “¿En seis vehículos? Pero si el bus los traía directo.” Pensamos que había entendido cuando usamos el termino numpang, pero ni siquiera así. En el camino a su casa le contamos cómo el camionero que nos trajo se puso cariñoso conmigo: “Siempre me siento yo al lado del conductor y a Dani la dejo del lado de la puerta, por las dudas que se la vaya la mano. A veces vienen manejando por varios días sin tener cerca a una mujer y se pueden tentar…” No sabemos si Dhaniel estaba entendiendo o pensaba que siempre que tomamos un bus yo me siento junto al conductor y Dani cerca de la puerta para poder escapar. “…Pero parece que yo también le venía bien. Primero empezó con unas miraditas sensuales, después me daba unas palmadas innecesarias en la pierna diciendo que me estaba quedando dormido… ¡mirá si justo me voy a dormir en ese momento!” Dhaniel nos interrumpía cada tanto para preguntar algunas cosas que creía fundamentales en estas primeras conversaciones, como el precio de las entradas para los partidos de fútbol en Argentina, o para humanizarnos un poco ante la mirada perpleja de los otros pasajeros del angkot. “No están casados”, creímos entender con nuestro básico indonesio, lo que confirmamos cuando todos se quedaron boquiabiertos y mirándonos con desapruebo. Una señora con la cara enmascarada por maquillaje blanqueador se quedó por un rato largo diciendo que no con la cabeza y mirándolo a Dhaniel, a la espera de más chismes.

“Después de un rato de miradas sensuales, el conductor me pidió las zapatillas. Primero pensé que era un chiste, pero a la quinta vez que me las pidió me dí cuenta que iba en serio.” Dhaniel seguía en la suya, sonriéndole a los otros pasajeros, cómodo en su papel protagónico. “Ah, hay una cosa que me olvidé mencionar”, nos dice con tono preocupante, “¿ustedes saben lo que dice el Corán?” Bueno, no sabemos los más de 6000 versos de memoria, ni tampoco estudiamos en una madraza, pero alguna idea tenemos. “Es que por mi religión, ustedes no pueden dormir en el mismo lugar.” Ya nos había pasado que nos preguntaran nuestro estado civil en hoteles de Bangladesh e Indonesia (nunca en Irán) y que incluso nos pidieran un certificado de casamiento o que les mostremos la alianza, pero nunca en una casa donde somos los invitados. “Se los digo porque la última vez una pareja de franceses se fueron a un hotel cuando se enteraron.”

No hay otro Dios salvo Alá

Nosotros no escapamos como los franceses al enterarnos que tendríamos que dormir en piezas separadas, al contrario, lo veíamos como una buena experiencia para poder entender más acerca del Islam. Los amigos de Dhaniel llegaron y conocimos a nuestros compañeros de cuarto por estas dos noches. Nos sorprendió que todos estén nerviosos y no se animaran a hablar por miedo a que su inglés fallara. Los cinco están por recibirse de profesores, dan clases particulares y sueñan con ir a trabajar a Australia, pero la timidez era su barrera infranqueable. Dhaniel para colmo no ayuda, como sus amigos están petrificados, nos presiona para que empecemos la conversación nosotros y se va a la cocina. Para salir airoso de la situación, Olix (mi otro compañero de habitación) se disculpa orgulloso por ser una persona ocupada y se va al patio para responder incontables llamadas y mensajes de texto, muchas de las cuales creemos que fueron inventadas para seguir alimentando el personaje.

“Dhaniel, nosotras todavía no rezamos” le dice Tiqa, la más charlatana de las tres, a nuestro anfitrión. En ese momento la casa se convierte en una masjid: Dhaniel pone una manta rectangular en el piso y una a una van pasando para el rezo nocturno, el último de los cinco del día. Se cubren en una túnica negra que les tapa todo el cuerpo (incluyendo manos y pies) y rezan por unos diez minutos, agachándose para tocar el suelo con la frente tres veces, siempre apuntando en dirección a Mecca, que no podría estar más visible que en el póster gigante que empapela una de las paredes del living.

Dhaniel rezó hace menos de una hora, pero ese había sido el Magrib (rezo de la tarde), nos dice, ahora toca el Isha. “¿Y si algún día no podés rezar las cinco veces por algún motivo?” “No no, hay que rezar cinco veces o sos un mal musulmán, no creyente”. Para donde mirásemos había imágenes de la siempre brillante mezquita de Meca, caligrafía islámica y fotos de cielos con pasajes del Corán como “Allah is all in all. Allah sees you, and is with you, wherever you are, whatever you do”. Una especie de Gran Hermano orwelliano en 1984, no lo veíamos, pero con tanto recordatorio de su invisible presencia, podíamos sentir sus susurros en el oído diciéndonos “No hay otro Dios salvo Alá, y Mohamad es su mensajero”.

Islam

En la «Gran muralla de Bukittinggi» (Olix sigue haciéndose el ocupado)

La compañía de cinco musulmanes supusimos que podía sacarnos algunas dudas acerca de la religión, pero terminamos generándoles varias a ellos mismos, como qué hay adentro de la santísima kaaba (estructura religiosa más importante para el Islam), por qué los perros son considerados impuros o que nos explicaran un poco más acerca del mutah, el casamiento temporal (que puede durar apenas unos minutos) que le permite a un hombre tener relaciones con una mujer no casada bajo el consentimiento de Alá, pero no avala que una mujer en la misma situación lo haga.

Por la casa pasa gente todo el tiempo, además de Dhaniel, su mamá y su hermana, también viven tres sobrinas a las que se les murió la madre, y en el fondo cuatro jóvenes que estudian en una escuela cercana y alquilan las piezas. Pero la mamá es de esas personas que les gusta que en su casa siempre haya gente, y los que alquilan también son parte de la familia. Además, los vecinos también entran y se quedan hablando con ella. Una viejita sin dientes y con un pañuelo agujereado que le cubre la cabeza entra hablando, diciendo que están todos locos. Nos cuenta Dhaniel que es muy pobre y que la mamá le da comida. Parece que la mamá es una persona muy dadivosa, ya que también nos alimentó a nosotros dos, a sus cuatro amigos e invitaba a cada uno que pasaba. «La beneficencia es uno de los cinco pilares sagrados del Islam», nos explica Sarah, la más tímida y cubierta de todas.

Los ojos se nos cierran, ya son las 11pm y la noche anterior habíamos dormido sólo una hora, encima apoyados sobra la mesa de un Mec di (como llaman acá a los McDonald’s), donde paramos a esperar a que amaneciera y poder seguir ruta. Pero el itinerario es sagrado, no sólo porque ninguno quiere contradecirlo, sino también porque la tapa de la libreta tiene motivos islámicos. Con un pedazo de pescado todavía en la boca, nos subimos a las motos y nos vamos a tomar kawa, una infusión tradicional hecha con hojas de café. La viejita sin dientes sigue gritando y escupiendo arroz para todos lados, tal vez nos desea un buen viaje, pero parece más que nos está diciendo “¡¡¡váyanse locos!!!”

Tomando kawa

Tomando kawa. Mi cara lo dice todo

Cuando el reloj marcaba casi la 1 AM, llegó lo mejor del sagrado itinerario. Nos metemos por unos pasillos oscuros, saltando en la moto por las piedras. Dhaniel me dice algo, pero hablando para adelante, con el casco puesto y el ruido de los gastados motores de tres motos, no le entiendo ni una palabra.

Parece que llegamos a la “Traditional village” donde vive su abuela, que en realidad es la abuela de no se qué familiar, pero es como si fuera la suya también. Es una gran experiencia estar en este lugar, una aldea Minangkabau de casas tradicionales real, no armado para el turismo, donde no se cobran entradas y no hay nadie sacando fotos ni vendiendo suvenires. Bueno, es verdad que es la una de la madrugada, pero tampoco están durante el día.

Las casas Minangkabau son muy grandes y ningún clavo se utiliza en su construcción, sino que se ensambla encastrando las maderas. La parte inferior se utiliza como depósito y sus techos imitan los cuernos de los búfalos. El interior es grande y frío, en especial el que nos vamos a quedar porque no tiene estufa. La abuela trata de calentarnos con un té tibio tirando a frío, pero a todos nos parece que la solución es cubrirnos con frazadas.

Toda la casa la forma un espacio grande sin divisiones, dos piezas y la cocina. El baño está afuera, no tiene inodoro, ni letrina, sólo un agujerito en el piso y un pozo para sacar el agua con la técnica del aljibe. No sabemos cómo hacen para defecar porque por ese agujero sólo pasa si tenés diarrea, pero no le preguntamos a nuestros amigos porque se los nota avergonzados cuando nos ven sacando fotos. El diseño es muy parecido al que vimos de los Toraja, en la isla de Sulawesi, donde también adornan los frentes de las casas con cuernos de búfalos. Frente a algunas casas hay un depósito, también construido con la arquitectura tradicional, donde se guarda el arroz después de la cosecha. Lo más curioso es que en una cultura tan machista como lo es la de este país, exista una sociedad matriarcal (la más grande del mundo se calcula) como la Minangkabau, en la que los hijos toman el apellido de la madre y donde las casas son heredadas entre las mujeres de la familia, siendo el hombre quien tiene que mudarse a la casa de la esposa una vez que se casan.

Nos da lástima que vivan la diminuta abuela y su nieta solas en una casa tan grande y fría. Las dos están calladas y miran todo lo raro que está pasando a su alrededor. Nos preparan otro té tibio y se van a dormir. Dani se va con las chicas a una pieza y yo me quedo con mis amigos en el espacio común. Los nenes por un lado, las nenas por el otro. Así Alá estará feliz.

Islam

Aldea Minangkabau

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Abuela y prima de Dhaniel despidiéndonos desde su hermosa casa

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Interior de la casa

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Sistema de encastrado

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Techos que asemejan cuernos de búfalos

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Casa Minangkabau moderna, fuera de la aldea

Todos los días se aprende algo nuevo

La pasividad de la aldea ni siquiera se interrumpe por los llamados a la oración. Desde acá, los cantos de las mezquitas no se escuchan, pero eso no es excusa, todos sabemos que entre las últimas horas de la noche y las primeras del día, hay que saludar a “Al-Hadi”.

El itinerario decía que teníamos que despertarnos 5:50, pero un extraño llamado a la oración retumbó en las gruesas paredes de madera de la casa a las 5:40. “Aláaaaaa… Juan, Daniela… es hora de levantarseeee… Aláaaa.” Pensamos que nos habíamos quedado dormidos, pero al mirar por los ventanales vemos que todavía es de noche. En el baño, Olix se lava los pies, cara y brazos, preparándose para el Fajr, el primer rezo del día. Las chicas ya estaban rezando y, por si no nos habíamos dado cuenta, Dhaniel nos lo hace saber.

“Están saludando a Al-Hadi”. Pensamos que todos los rezos eran para Alá, pero ahora resulta que le rezan a alguien más también. “¿A quién le rezan?”, le preguntamos a Dhaniel mientras la abuela traía el té. “A Alá, claro”, “pero vos nombraste a otro”. Lo acababa de decir, claramente escuchamos otro nombre, pero Dhaniel parece desconcertado. “¿A otro? ¿Cómo voy a nombrar a otro? Le rezamos a Alá, Al-Hadi, Al-Barr, Al Rasid…” y siguió dando nombres que después ni él se acordaba para repetírnoslos. Parece ser que un nombre no era suficiente para dejar en claro su superioridad, que 99 le fueron dados, como Al-Hadi (El Guía), Al-Barr (El Bueno), Al-Rasid (El Guía hacia el Camino Correcto) o Al-Qawi (El Fuerte). Bueno, al menos haberse levantado 5:40 tuvo su recompensa, aparte del té tibio con galletitas de cebolla, aprendimos que Alá es un serio contendiente para el récord del nombre más largo del mundo (cuidado Wolfe+585 Senior).

¡Insallah!

Cuando todos terminaron de rezar, salimos corriendo porque el festival estaba por empezar. Nos hubiese gustado pasar un rato más en la casa para poder sacar mejores fotos cuando el sol estuviera un poco más alto, pero tampoco queríamos perdernos este evento que según nos habían dicho se hace una vez al año. ¡Justo tuvimos la suerte de estar en ese día!. “¡¡¡No se olviden la cámara!!!”, grita Dhaniel desde la moto ya listo para salir. Con tanta alharaca nos imaginamos que algo bueno tiene que haber.

Dejamos las motos en la casa y nos sentamos en la esquina. “¿Esperamos a alguien?”, le preguntamos “Por acá pasa el festival”, nos dice. No parece haber mucho entusiasmo en el ambiente, ni siquiera mucha gente, ni gradas, ni vallas para que la multitud no se avalanche. “No es un festival Dhaniel, es un desfile”, dice una de las chicas bajando bastante las expectativas. Y ahí vienen… los recién graduados de un secundario cercano, caminando vestidos en su uniforme de gala, las chicas con una gruesa capa de maquillaje para emblanquecer sus caras. Unos scouts secundando para que las cosas no se salgan de control. La cara de los agasajados no parece la más feliz, y sólo cambia cuando ven a estos dos bules entre la muchedumbre, pero vuelve a ser la misma cuando nos pierden de vista. Encabezando la hilera, unos voluntarios tocan trompetas y platillos sin mucho ritmo, tal vez a esto se refería cuando dijo que habría instrumentos autóctonos. Y eso fue todo, unos minutos en los que vimos a un grupo de egresados y entre los que supuestamente estaba una de las chicas que alquila una pieza en su casa, pero que no llegamos a verla.

“¡Los esperamos en Argentina, o en algún otro lugar del mundo!”, les decimos antes de volver a la ruta. “¡Insallah!” (¡Si Alá quiere!) dice Dhaniel. “¿Van a volver algún día?”, nos pregunta Tiqa después de sacarnos la última foto… “¡Insallah!”

Islam

El famoso «festival»

La ruta nos trajo hasta Bukittinggi, un lugar que ni siquiera pensábamos parar. El escape de la pareja francesa nos había hecho pensar si su estricta interpretación religiosa iba a hacernos querer huir a nosotros también, pero creemos que no podríamos haber encontrado una mejor introducción para entender sus comportamientos y pensamientos.

Convivir por tres días con este grupo de amigos, de Corán bajo el brazo y Alá en la cabeza las 24 horas del día, nos amplió el panorama y nos permitió dar un paso más en el objetivo que queremos que todos se propongan: terminar con los preconceptos, para así poder eliminar la frontera más peligrosa: la que nosotros mismos creamos.

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En la casa de los tíos de Thiqa

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Todos juntos

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Sobre Jota y Dani
Nosotros

Con 19 y 21 años emprendimos un viaje que creímos sería de tres meses, pero se convirtió en nuestro estilo de vida. Diez años más tarde, seguimos descubriendo los rincones más remotos del mundo para eliminar la frontera más peligrosa: la que nosotros mismos creamos.

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  1. […] Sin embargo, en Marruecos no es posible visitar las mezquitas si no eres musulmán; en Dubai solo se puede visitar la Jumeirah Mosque, con tour incluido y en Doha no estuve el tiempo suficiente durante la escala, por lo que Malasia se presentaba como una ocasión perfecta para entender un poco más el islam. […]

  2. Aixa dice:

    Que lindo chicos!!! Tengo muchos amigos musulmanes en Argentina pero son más «occidentales» por así decirlo. Muero por ir a conocer musulmanes en su estado puro!!! jajaja

  3. Santiago Caldaroni dice:

    Juancitoooo!!! googleando el apellido salieron un par de fotos tuyas en indonesia. Que lugaaaar eee!! Me sorprende el aguante que le pones al viaje, nunca pense que ibas a aguantar tanto, pero bueno seguis alla haciendo lo que a cualquiera le gustaria hacer.
    Metido desde hace unos años en una aventura que no deja de sorprenderte, cada dìa despertandote con un sol nuevo y un nuevo camino que te lleva directamente a la misiòn de tu corazon. Atravezando selvas, pueblos, montañas, dias nublados y mares con tu armadura Caldaroni protegiendo el alma que hace en verdad lo que quiere ser.

    Segui creando, segui escalando, busca tu tesoro.

  4. Graciela dice:

    Muy bueno chicos, muy lindas historias las que cuentas, nos hacen aprender mucho a los que los leemos acerca de otras culturas desconocidas para nosotros. A mi también me gustaron muchos las casas tradicionales, ¡qué cultura tan interesante!
    Espero algún día poder visitar Indonesia.

  5. Marcos dice:

    Hey pero el «Master Plan» no estaba tan mal escrito! Tan desastre era su inglés? 😀
    Y el otro que sale en todas las fotos con el celular es un genio! jaja
    Me volaron la capocha las casas con esos techos!

    • jajaja nono, no era tan desastre su inglés, sólo que era un optimista total dando clases! Encima se decepcionaron cuando le dijimos los trabajos que podían llegar a hacer en Australia con una Working Holiday… «Ah, pero nada como profesores de inglés?» ¡¿En Australia?!
      Gran personaje Olix, todas las conversaciones que intentamos tener con él se cortaban porque lo llamaban, después volvía poniendo cara de «bussinesman» para que le dijeran algo jaja.

  6. Pablo dice:

    La verdad es un placer leerlos,nos dan una clase de historia a cada paso que dan.Generan en la gente ganas de salir a conocer este inmenso y variado mundo.Rescato el respeto con el cual transitan por las diferentes culturas y sobre todo festejo el que sigan «Eliminando Fronteras»

    • Gracias Pablo, la idea del compartir estas historias es que todos podamos acercarnos a estas culturas para poder Eliminar Fronteras juntos.
      Abrazo grande y todavía queda muchísimo por seguir aprendiendo!

  7. TOBA 2 dice:

    QUEEE EXPERIENCIA CHICOS! no se olviden de OLIX que sigue hablando por telefono.

  8. MORELLANA dice:

    Me encantó!!! Dónde queda Bukkitinggi?

  9. fer dice:

    La verdad que son unos grosos!! Me encanta su blog y me veo reflejado en lo que me gustaría hacer una vez que termine la facultad, viajar y disfrutar de la naturaleza. un abrazo y gracias por las respuestas y compartir la info con buena onda!!