En ¿Y si viajar fuera obligatorio? contamos sobre la importancia del viaje como complemento a la educación, porque para nosotros el viajar no se trata de pasar de un lugar lindo a otro sacándose fotos, sino de un aprendizaje que deja una marca indeleble para formarnos como personas. Estamos convencidos del poder que el viaje tiene para generar el intercambio cultural que tanto necesitamos, que nos aleje de los prejuicios y nos acerque las diferencias.
Todo viaje, por más corto que sea, deja enseñanzas, y estas son 8 cosas que aprendimos de nuestra Catalunya Experience…
Que no todo está armado
– Pero, ¿no estaba preparada la parte que hacen dedo?
– No… ellos nos dieron una cámara, un mapa y seguimos solos. La pareja que frenó no entendía nada al principio.
– ¿Y la primera parte? Esa que los llama la conductora y les dice que quiere que hagan dedo.
– Tampoco, era la primera vez que hablábamos con ella. Sabíamos que nos iban a llamar, pero nada más, ni siquiera esperábamos que eso iba a salir en el programa.
– Ah, mirá, yo pensé que ya sabían… pero si nadie los frenaba sí tenían a alguien de la producción que los pasaba a buscar, ¿no? Como para poder hacer esa escena.
– ¡Que no! Así como lo ves es lo que fue, como cualquier otro de los viajes que hicimos, nada más que filmando todo. Ellos querían que mostráramos la experiencia de hacer dedo en Catalunya, como saliera, bien o mal.
Algo así fue la conversación que tuve con un amigo después de que vio el capítulo, hasta que finalmente se convenció de que lo que había visto fue tan real como los otros casi mil viajes que hicimos cruzando Asia. Y no fue el único; si hasta nosotros cuando nos lo propusieron pensamos que quizás algún truco habría. Pero… ¿haremos dedo de verdad o pasará uno de ellos a buscarnos?

Llegando a Perafita con Éric y Andrea
Que a pesar de lo que nos decían, en Catalunya también se puede viajar a dedo
“En España el autostop ya no se hace más… yo creo que podés pasar horas esperando sin que nadie frene. La gente tiene desconfianza”, es lo que nos decía cada catalán con quien tocábamos el tema, y lo que hacía dudar a la producción de que llegaríamos a tiempo a Perafita para empezar.
Pero como “no todo está armado” pudimos comprobar que no todos desconfían; y no una, sino dos veces. Yendo a Perafita tardamos media hora en que Éric y Andrea nos levantaran, y volviendo a Barcelona Dani e Ivana estuvieron unos veinte minutos saludando autos hasta que apareció Diego.

Llevándola a Ivana a hacer dedo por primera vez
Que un día entero de filmación pueden ser cinco minutos de programa
Empezamos a las 8 de la mañana y terminamos de filmar unas diez horas después. Lo que se ve al aire es una recopilación condensadísima de todo el material, en los que se trata de hacerle justicia en 52 minutos a seis días de filmación. ¡Queremos una segunda parte con todo lo que no entró!
¡Que el equipo de producción no descansa!
Nada de descansar cuando cada uno se va a su habitación… ¡A trabajar! Los sonidistas y camarógrafos editan, los productores, director y guionista preparan el día siguiente con Ivana y nosotros llamamos a casa por Skype.
Que al “Truman Show” te terminas acostumbrando
“Olvídense de las cámaras”… Bueno sí, salvo que cuando me doy vuelta tengo una filmándome la nuca. Y el micrófono siempre grabando, que cuando voy al baño me hace acordar de que no estoy solo. Y en la habitación, ¿habrá micrófonos y cámaras ocultas también? ¡Estamos en Corea del Norte! ¡Esto es Truman Show!
Cuando la paranoia pasó, empezamos a sentir que definitivamente lo nuestro es esto de las luces, pantallas reflectoras y sonidista escondido abajo de tu cama.
Que las sorpresas son realmente sorpresas
Lo que menos esperábamos cuando llegamos a Sant Boi de Lluçanes es que de esa casa donde supuestamente había “una persona que nos guiaría por el pueblo” saldrían la Anna y el Cèsar, dos amigos que hicimos viajando por Nepal en el 2011 y seguimos en contacto, siempre con la idea de que algún día fuéramos a visitarlos. En ese momento entendimos por qué unos días después de que les dijimos que iríamos para Catalunya empezaron a ponernos excusas para esquivarnos. Que no podemos, que si nos hubiesen avisado antes hubiera sido más fácil, que justo tenemos otros planes… al final estos dos, tanto que decían de encontrarnos y mirá. Pero se la tenían guardada, porque todo era parte de un plan con la producción para aparecerse de sorpresa.
El vuelo en parapente, la mega producción de cortar La Rambla para hacerla una milonga y otras que no salen al aire como el último día cuando Carlos, camarógrafo, llegó con mate, pasta frola y alfajores de maicena para todos.

Anna y Cesar no nos estaban esquivando… se estaban guardando para lo mejor

¿Alguna vez volaron?

La Rambla se convierte en una milonga porteña
Y hablando de sorpresas que no salen al aire…
Y que hay sorpresas que no salen al aire
En un momento al principio del programa (minuto 21) le cuento a Ivana sobre la obsesión que tuve de adolescente con Andorra. No sé si habrá un nombre para esto, pero tengo fascinación por los países chicos y menos conocidos, en los que pocos se interesan. Tal vez mini-mundirexia, o algo así. Pero como sea, lo importante es que estudiando los países europeos en el secundario llegó Andorra a mi vida, una nación diminuta entre Francia y España. ¿Por qué sería tan chica? ¿Quiénes vivirían ahí? ¿Cómo sería la vida en un lugar así?
Andoooorra, hasta el nombre me sonaba dulce a los oídos. Así que me puse a investigar sobre este país y mi relación empezó. En ese momento, 2003, no había tantas páginas en internet como ahora que hasta podés esquiar con realidad virtual por los Pirineos, y creo que fue justamente eso lo que motivó mi imaginación.
Pero encontré una página donde se podía ver en vivo lo que transmitían las cámaras de tránsito en el centro de La Vella, y con eso ya tenía para sentirme un poco más cerca de esa tierra lejana e ignota. Pasaba largos ratos simplemente mirando la cámara, donde la verdad es que no pasaba nada. También había un chat en esa página, al que entraba todos los días con la infantil ilusión de hacerme amigo de algún andorrano que me invitara a su casa (y me pagara el pasaje, porque a los 16 años no tenía cómo ir). Empecé a seguir la emocionante liga de fútbol andorrano y mandé mails a varios equipos para ver si me querían hacer una prueba… “total son tan malos que seguro quedo”, pensaba.
Y llené mi cuarto con banderas y mapas que imprimí, busqué clases de catalán porque quería sentirme uno más, y hasta convencí a un amigo de que cuando termináramos de estudiar nos iríamos a vivir allá. “Nos ponemos una panadería argentina, o una carnicería, y mientras tanto nos probamos en los equipos de fútbol”, le dije para terminar de persuadirlo de que el plan no podía fallar. Lo único que no pude lograr es que aprendiera que a donde nos iríamos a vivir no se llamaba “Anrroda”.
Pero el tiempo pasó, y así como Andorra llegó empezó a irse. Gran parte de la magia se esfumó cuando me enteré de que esa tierra misteriosa no lo era tanto en realidad, y que eran varios los argentinos que la usaban para hacer temporada como profesores de esquí. Y que encima se vendía como un “paraíso de compras” que se llenaba los bolsillos vendiéndole cigarrillos y alcohol a españoles, franceses y el que estuviera cerca. Pffff, son todas iguales, mejor me voy con Tokelau y Kiribati.
La historia de mi amor juvenil enganchó a todos en Catalunya Experience, y a pesar de que nos distanciamos por años, cuando empezamos a recorrer los Pirineos mi corazón volvió a tener esa sensación de reencuentro con la chica que siempre te gustó.
“Hagamos una cosa”, me dijo Xavi Brichs, el director. “Mañana nos despertamos temprano, antes de empezar a filmar, y yo te llevo a Andorra. Desayunamos, paseamos un poco, y volvemos… ya que estamos tan cerca aunque sea te das el gusto de conocerla”.
Y finalmente el encuentro se dio. No tenía por qué hacerlo, pero a pesar del cansancio por estar ya casi al final del viaje, Xavi se despertó a las seis de la mañana para llevarme a unir las piezas del rompecabezas. Tuve la bandera más cerca que nunca, caminé las calles que veía por la cámara del tránsito, vi el estadio donde supuestamente iba a jugar y hasta probé un plato típico de esas tierras: café con medialunas.
Cuando se lo conté a mi mamá esa noche, se puso a llorar de la emoción, porque era ella la que me quería matar cuando le gastaba todos los cartuchos de tinta imprimiendo banderas para pegar por las paredes. “Qué hermoso gesto”, me dijo…

¡Por fin en Andorra! Con Xavi, el culpable de todo esto.

Andorrita de mi corazón…
Porque lo mejor está detrás de cámaras
Tenemos que confesar que cuando nos contactaron no imaginábamos ni remotamente la enorme producción que había detrás de lo que estábamos por vivir. No por desmerecer el programa, sino por pura ignorancia. Tantas veces habíamos visto una lista de nombres pasar después de cada programa, pero nunca nos habíamos detenido a pensar en todo el trabajo que hace cada uno de ellos. En total éramos catorce personas moviéndonos de un pueblo al otro, y esos son solo los que van al rodaje.
Pero lo que más rescatamos de esta semana de filmación es que un viaje no se vuelve inolvidable por los lugares que recorremos ni por los paisajes más espectaculares, sino por las personas que nos acompañan. La calidad humana que encontramos en todo el equipo, desde el día en que nos contactaron, fue la sorpresa más grande que nos llevamos de Catalunya Experience.
¡¿Que todavía no viste el capítuloooo?! Acá va…
[su_note note_color=»#54c0d1″ text_color=»#ffffff» radius=»5″]
Si quedaste enganchadísimo con el capítulo, no te pierdas: El detrás de escena de nuestra primera vez en la tele.
[/su_note]
Hola chicos!
Teníamos el programa guardado para verlo cuando pudiéramos y finalmente ayer tuvimos el placer. ¡Estuvo espectacular! 🙂 Nos puso la piel de gallina algunas veces y nos entró la nostalgia en otras… qué bonita es Cataluña! (se nota que llevamos 2 años fuera de casa, no? jeje)
Eso sí, lo que más me marcó fue Jota haciendo de pastor con las manos en el bastón y gritando «esquerra, jau!» jaja, qué risa por dios!
Nos encantó que les trataran tan bien y todas las sorpresas que se llevaron. Y gracias a la Font de Canaletes ahora sabemos que volverán, así que esperamos estar también por ahí y por fin desvirtualizarnos!
Un abrazo y saludos a nuestra querida Argentina 😉
Ivan y Erika
Hola chicos, ¿cómo andan? Qué lindo que lo pudieron ver y que les transmitió tanto 🙂
Estamos seguros de que volveremos a Catalunya.
¡Abrazo grande!
Me encantó el programa, faltaría una segunda parte porque con una se hizo corto; que grandes, que humildes a la vez, no cambieis pareja 🙂
Como decimos en Catalunya: «sou collonuts’ (sois cojunudos)
Hola Eva, ¿cómo andás? Muchas gracias por tu mensaje 🙂
Nos encantó ver lo mucho que disfrutaron de nuestra tierra, y lo poco que la conocemos los locales a veces. De todo lo que han hecho, yo sólo he volado en parapente (en Organyà, además), pero no conozco los pueblos que visitaron.
¡Qué bonita sorpresa la de Andorra! La verdad es que es un país para enamorarse completamente de él!
¡volved pronto y nos hacemos otro café!
Hola!! Siii, esa es la idea del programa, mostrar esos lugares que ni los locales conocen pero que son HERMOSOS. Disfruten de cada rincón.
¡Abrazo grande!